El caso Rubiales

Si, se supone que este es un blog de tecnología y no de política y menos de deporte, pero como en agosto hemos estado un poco amodorrados lo más interesante que tengo para hablar es esto… Así que dejaremos aquí mi opinión y ya.

Empecemos por lo más básico: dar un beso no consentido es delito. Lo es en España y lo es en mucho más países donde se considera una agresión sexual, aunque leve. Lo cierto es que muchas veces se trivializa con el tema, o se le quita importancia por herencias culturales que nos dicen que las mujeres están para eso.

Lo que algunos no se explican es cómo la carrera de alguien que gana casi 700.000 Euros al año se puede ir al garete por comportamientos de gañán redomado. Pero no es una cuestión de feminismo o de legalidad, es una cuestión de principios.

A fecha de hoy todavía no se conoce cual será el destino de Rubiales, atrincherado en su cargo, rodeado por su familia y defendido por la recua de desinformadores de la extrema derecha. Lo que está claro, y lo dejó claro en sus declaraciones, es que él no va a dimitir. Lo más normal sería que esperase a que le destituyesen para cobrar las indemnizaciones correspondientes, y mientras, prepara el camino para las inevitables querellas que le van a caer. Lo que si se sabe es que una amplia mayoría de la población no le quiere ver representando a nuestro país en ningún sitio y que la FIFA ya le ha sancionado en ese aspecto. Por lo menos la polarización actual parece que aquí es un poco menos, pero seguimos a la espera de qué harán las «fuerzas vivas» y si dejarán caer a este golfo o le mantendrán como representación de su poder.

La verdad es que este personaje tenía que haber sido cesado hace tiempo por sus corruptelas económicas, pero parece que tenía sostenes muy importantes en el mundo del futbol (no quiero decir quién) y ya se creía como el jefe indiscutible que podía hacer y deshacer a su antojo. Desconozco si es su forma de ser o es que ha tenido alguna alteración hormonal reciente, pero no veo muy normal que se agarre el paquete delante de millones de espectadores y junto a la Reina y la infanta para después plantarle un morreo televisado a una de las jugadoras (que por su orientación sexual tampoco es que lo vaya a apreciar mucho). Imaginaos esto en otros ámbitos fuera del deporte… Que tu jefe te pida un piquito y te lo plante por lo buenos que han sido los resultados trimestrales, que el representante de España en unas negociaciones se toque el paquete celebrando la firma del mismo y que, además, en la emoción del momento agarre a su secretaria y la plante un beso… Inaceptable, ¿no? Pues lo mismo con este sujeto. El futbol puede ser especial, pero no las actitudes de los que representan a un país o de los que tienen un puesto de poder sobre sus subordinados.

Lo que ya hizo este esperpento de persona después de que le pidiesen responsabilidades es de lo más despreciable que se puede imaginar. Presionar a la jugadora y a su familia para que saliesen a defenderle, sacar comunicados falsos haciendo creer que han sido redactados por la víctima, poner su huevos sobre la mesa en un discurso del «no dimito» digno del manual del machista ibérico y, sobre todo, negándose a reconocer que haya hecho algo mal son actos que no deberían quedar impunes.