Microsoft, una opinión más. El mercado

En los albores de internet, antes de que existiese ni siquiera la web 1.0 y se utilizaban las news en lugar de los foros o los blogs para dejar las opiniones yo me dediqué, con bastante ahinco, a defender que windows era una plataforma como otra cualquiera para trabajar… Eran tiempos de juventud y el hecho de que mucha gente, ya en esa época, fuese anti-microsoft era un aliciente más para afilar la prosa y sacar a relucir las múltiples ventajas que el novísimo windows 95 nos ofrecía al común de los mortales. Podeis ver, como ejemplo un hilo del 96 en que alguien nos proponía abandonar MS-DOS/Windows y varios, entre ellos yo, le rebatían.

Hoy, pasados más de 13 años de estas discusiones, seguimos con la misma cantinela. Parece que en informática se han establecido dos bandos y que los técnicos nos hemos colocado a uno de los dos lados para establecer una guerra fraticida entre los adoradores de gates y el resto. Permitidme, pues, que ofrezca la visión que he obtenido en estos años de profesión sobre este tema.
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La insoportable levedad del trabajador

Hay veces en las que me olvido de que soy un empresario y me dedico a trabajar, como cualquiera en cualquier empresa, soportando los caprichos de los clientes y olvidándome de todo lo demás. En el fondo puse la empresa para poder evitar las arbitrariedades de un jefe que, generalmente, no estaba capacitado para dirigir equipos de trabajo más que para cualquier otra cosa, cosa que igualmente podría hacer yo.

Sin embargo, no es lo mismo ser jefe que ser empresario. He tenido que hacer las entrevistas de trabajo a todos mis empleados y, generalmente, he acertado al contratarlos. La mayoría son excelentes profesionales y muy entusiastas en su trabajo. Tengo que reconocer que no les pago demasiado, pero las condiciones que les ofrezco nada tienen que ver con lo que se vive en una gran consultora o una carnicera al por mayor… En fin, que considero que la empresa es el conjunto de gente que está comprometida con ella y ese es nuestro único capital real (porque del otro ya no nos queda nada, todo hay que decirlo).

Hay momentos, como empresario, que desearía no tener que pasar. A parte del momento en que saco la calculadora para ver si hay dinero en la cuenta para pagar las nóminas y los impuestos, es algo terriblemente complicado para mi tener que despedir a alguien. Solo lo he hecho cuando la supervivencia misma de la empresa dependía de ello y he intentado evitarlo a toda costa en cualquier otra circunstancia… Aunque alguna vez he deseado no tener tantos escrúpulos.

Toda esta introducción viene, sirvame de descargo, provocada por una reclamación que he recibido por un ex trabajador de mi empresa que se empeña en cobrar atrasos de convenio (se acaba de firmar un nuevo convenio tic que sustituye al de 2006) año y medio después de que abandonase la empresa. No voy a entrar en el tema de si es legal o no, o de si finalmente tendremos que pagárselos, pero si os contaré una de las historias amargas de mi vida como empresario.
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No me salen las cuentas

No se si ya lo he dicho antes… Pero soy un empresario.

Quizá los señores 2.0 prefieran que les llamen emprendedores o cosas más finas para quedar bien en la blogo-cosa, sea esto lo que sea. El caso es que mi motivación principal para dejar una gran multinacional y lanzarme a montar una empresa era tener el control sobre lo que hacía y porque lo hacía.

Llevo más de 4 años de empresario, inicialmente yo con otros socios (uno de los cuales tuve que invitar amablemente a que dejase de serlo, ya que tocarse las narices a dos manos no suele ser el trabajo encomendado a los emprendedores… ) y, poco a poco, contratando más gente que compartiese las ventajas de estar en una empresa como la mía (ya os diré cuales un día de estos).

He tenido muy claro, desde el principio, que mi empresa solo tenía una máxima. La empresa somos los que trabajamos en ella. No es que tenga muchas actividades motivadoras (somos informáticos, la sinergia nos la pela…) sino que cualquier decisión que he tenido que tomar lo he hecho pensando en el global de las personas que somos la empresa y no en el empresario en el que me convertí por arte de notario.

Hemos pasado por cosas buenas y por cosas malas. Hasta ahora no nos faltaba ni trabajo ni dinero para mantenernos, no tuvimos que pedir prestado ni nos preocupamos demasiado por los morosos que, tarde o temprano, terminaban pagando. Sin embargo esto ha cambiado drásticamente desde el verano hasta ahora.

¿Que es lo que ha cambiado?
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