El libro impreso ha muerto, ¡viva el libro!

metro_leyendo_smNo soy muy dado a contestar directamente escritos de otros, cada cual tiene su opinión y nunca está de más conocerla. Además, es muy buena la existencia de opiniones divergentes para entender que nuestro mundo es muy amplio y nuestra visión, generalmente, muy estrecha.

Pero un día es un día, y hoy me he decidido a contestar al excelente artículo que acabo de leer (nunca mejor dicho) en la revista leer, titulado: ¡Larga vida al libro impreso! y que está firmado por Jaume Balmes, un tipo al que sigo en twitter desde hace tiempo y que vi en directo en el congreso del libro digital.

Mi primera interpretación (y solo mía, como bien me ha hecho notar su autor) al leer este artículo es que el libro digital es una moda pasajera y que no tiene ninguna forma de triunfar, entendiendo como tal en convertirse en la manera primigenia de hacer llegar a los lectores sus lecturas. Es anecdótico que ilustre el artículo con un conjunto de personas que, de 5 leyendo, solo una lo hace en papel y, aún así, sirva de apoyo a su razonamiento. Con todo el respeto del mundo, dejo aquí mis comentarios y una foto de mi cosecha, sacada igual de una estación de metro. Espero me perdonéis si mi prosa no es de la misma calidad.

Jaume nos indica que los libros electrónicos aparecen como setas después de las campañas de «regalos» y vuelven a desaparecer según nos alejamos de esas fechas y que los usuarios «decepcionados» vuelven al papel rápidamente. Lamento decírtelo yo, pero eso es simplemente falso. Las decepciones existen y la estacionalidad de los regalos también. Los que reciben una tablet birriosa e intentan leer novela con ella terminan escaldados, pero los que reciben un ereader con tinta electrónica solo vuelven al papel por la fuerza. Las estadísticas en EEUU así lo indican y el hecho de que los usuarios cada vez sean más multi-dispositivo les convierten en consumidores ma? exigentes que nunca volverían a tecnologías anteriores solo por un dispositivo que les salió rana. Ya empezamos con el mar de lágrimas.

Sobre los costesprecios, Jaume, por mucho que os quejéis los profesionales, con razón,  de que las editoriales no os pagan lo que vale vuestro trabajo, eso no hace menos cierto que la cadena de producción de los libros digitales es distinta y más corta que la del libro en papel. Que no solo te ahorras el papel, la impresión, la encuadernación, el transporte, el almacenaje y la destrucción (por no decir la cadena de comisiones intermedias), sino que, además, no existe un coste por unidad. Estás cometiendo el error que han cometido todas las editoriales, usar la misma calculadora para una cosa que para otra. En cualquier caso, asumimos que hay un coste de edición y que, por el momento, no hay un circuito tan probado de distribución que permita estimar el retorno, pero eso no implica que tengamos que decir que el precio de un ebook ha de ser un 30% más barato que el de papel (como dicen los editores), por el simple hecho de que no son lo mismo ni nunca lo serán. A nadie se le ocurre calcular el precio del KW/h de la misma manera que calcula el precio de las pilas… ¿no? Es más, la música tiene unos gastos de grabación y edición infinitamente mayor que los del libro… y nadie cuestiona que una descarga ha de ser más barata que un CD.

La comodidad… Para gustos los colores, pero la experiencia de mi «laboratorio» de empleados, familiares y amigos me indica que las preferencias por el papel nunca tienen que ver con la incomodidad de leer en un buen ereader, sino con la mala elección del dispositivo, igual que unos malos cascos/altavoces te pueden estropear la mejor canción o una mala televisión hacer que la experiencia del full-hd se vaya al carajo. Efectivamente, en tipografía y otras ciencias del papel todavía hay mucho que trabajar, pero si te fijas, los libros de bolsillo no son más fáciles de leer que un libro electrónico en un kindle paperwire (por poner un ejemplo). De los márgenes no voy a hablar, porque a mi no me molestan si son más grandes o más pequeños siempre que tenga una forma correcta de sujetar el libro y, por lo que observo en el metro, la gente ya va pillando el truquillo de la funda como asistente..

El precio… El libro electrónico tiene muchas ventajas y decir que como el aparato lector tiene un precio y la gente casi no lee no existe la ventaja del precio es como decir que si con zapatillas ya nos apañamos para qué vamos a ir en metro o comprarnos una bicicleta (el coste de la bicicleta no lo amortizas si haces menos de XX kilómetros). Solo hay que comprender que son cosas distintas. Nadie compra un dispositivo pensando en el coste de amortización ¿sabes cuantas llamadas tendrías que hacer para amortizar el coste de tu teléfono móvil comparado con llamar desde un fijo? Pues eso. Sigo creyendo que a la gente le gusta leer, cómodamente, en cualquier sitio, sin llevar peso de más y pudiendo comprar el libro en cualquier momento y sin esperar a que se lo traigan del distribuidor. Eso en papel, simplemente, no se puede hacer y a lo mejor la gente sabe por lo que paga. ¿Cuanto cuesta la tele en la que ves el fútbol por el que pagas todos los meses? ¿Cuanto has pagado por el reproductor donde escuchas la música que seguro que has comprado legalmente?

Así que el libro puede, igual que la música y el cine empaquetarse de una manera igual o más de barata y fácil. Eso deja al libro en papel con el «papelón» (valga la redundancia) de tener que buscar su nicho (que lo tiene) y de aprender a convivir con el digital. ¡El libro impreso ha muerto!¡viva el libro!

Parte de las afirmaciones que aporto en este artículo salen del Primer Estudio sobre hábitos de lectura digital que podéis leer sin compromiso.

Soy José Antonio Espinosa, empresario desde hace 10 años, fundador de la red social biblioeteca.com y «proximamente» otros proyectos editoriales… Seguid atentos.

Se acabaron los problemas con los TPV

imagen 2Si recordáis un post anterior mío en el que me quejaba de la lentitud en la que poder conseguir un TPV (y eso que era virtual) ahora me ha llegado información sobre una nueva manera de hacer cobros desde el móvil olvidándose de todas las dificultades inherentes a lo que hasta ahora conocemos. Es más, nos libramos hasta de la necesidad de hablar con un banco para pedirle que nos permita usar su TPV.

La solución se llama payleven y con una solución bastante sencilla y flexible nos promete poder olvidarnos de una vez de los antiguos TPVs y de las negociaciones con los bancos.

El aparato que puede leer las tarjetas, que espero probar dentro de poco, se conecta via bluetooth con nuestro smartphone en el que se debe haber instalado la app que controla los pagos.

Las condiciones son muy buenas si el volumen de cobros que haces es irregular, ya que no tiene ningún coste por inactividad (odio que los bancos me cobren por NO darme un servicio) y, aunque la comisión por cobro no es la más barata (2,75%), era lo mismo que me cobraba La Caixa cuando empecé con BiblioEteca (además de las comisiones por no usar el TPV).

Así que ya sabéis, si tenéis cualquier negocio para el que necesitéis aceptar pagos con tarjeta no lo dudéis y conseguid ya este TPV Móvil de payleven.

Por cierto, hay quien me ha sugerido ya que empiece un nuevo blog solo sobre mi actividad empresarial (un yoemprendo)… ¿Me atrevo?

ING Direct … Vuelva usted en seis meses

Una cosa que ya os he dicho que odio profundamente son las tareas de gestión que tengo que acometer como pequeño empresario (gajes del oficio). No tengo tiempo ni ganas de andar lidiando con temas que nada tienen que ver con la informática.

El caso es que una de esas cosas tiene que ver con los bancos en los que tenemos nuestros escasos dineros… La verdad es que no usamos muchos servicios financieros, pero una de las cosas que sí necesitamos es un TPV virtual para poder cobrar desde la web. La última vez que necesité uno me presenté en la caixa con las escrituras de la nueva empresa y a la semana ya tenía los datos del TPV virtual para poder empezar a cobrar.

El caso es que a principios del mes pasado recibí un folleto de ING direct anunciando que habían creado un nuevo tipo de cuenta para las empresas y que, entre otras cosas, ofrecían un TPV virtual en unas condiciones bastante mejores que las que tenía con la Caixa. Dado que soy cliente particular de ING desde hace un tiempo me decidí a abrir la cuenta para cambiar el TPV… Y ahí es donde el «fresh banking» se ve que no funciona para las empresas.

Tardaron como dos semanas en tenerme operativa la cuenta, desde que envié la documentación hasta que pude recibir una transferencia pasaron exactamente 15 días (y eso llamando para avisar de que no devolviesen la transferencia que acaban de hacerme). Una vez conseguida toda la documentación, tarjeta y claves adecuadas, me decido a solicitar el TPV y me tienen otra semana adicional diciendo que «Sus poderes no permiten hacer eso»… ¡ole sus holandeses huev**! Tras cuatro o cinco llamadas más (esperando un montón, ya que parece que hay pocos operadores para la nueva cuenta) consigo que me hagan caso y desbloqueen el tema de los «superpoderes»… ¿Ningún problema para solicitar el TPV?

Pues no, ahora al solicitarlo me dice:

Dale otra vez al teléfono y a twitter y tras muchas indagaciones me dicen que:

Requiere tener más de 6 meses de antiguedad como cliente (la empresa) para poder solicitar el TPV.

¡Vaya! pues va a ser complicado porque este tipo de cuenta lleva operativo desde finales de octubre (de hecho principios de noviembre en realidad).. La excusa que me ponen en ING es que podría haber tenido una cuenta ahorro negocios, que si que tiene ya más de 6 meses de antiguedad.

En primer lugar tengo que agradecer a ING su atento trato y su interés por mi problema. Sin embargo, me parece un poco arriesgado comercializar un producto anunciando prestaciones que no puedes acceder sino al cabo de seis meses… ¿Qué riesgo tenían con el TPV virtual? Si no hay aparato que prestar ni coste de instalación ni nada que pudiese afectar negativamente al banco.

En resumen, que o me espero 6 meses o no puedo acceder a lo único que me ha interesado de su cuenta… Esto no creo que sea «fresh banking», es más bien «caspa banking», en lugar de ahorrarte tiempo y darte servicios ágiles y eficientes te hacen llamar mil veces, esperar mucho más que con cualquier otro banco para las gestiones y esperar muchísimos meses más para un servicio virtual en lo que ellos debían tener ventaja dada su naturaleza.

No creo que pueda esperar los seis meses, ING tendrá un cliente menos… Y lo probable es que la cuenta personal siga el mismo camino dada la poca inteligencia de los que ofrecen y publicitan sus nuevos servicios. ¡Una pena!

El dilema moral

Para aquellos locos que siguen este blog con cierta asiduidad o los chalados que nos tienen en su lector de RSS, no os contaré nada nuevo si os digo que soy un empresario. Empresario forzoso, eso si, porque a falta de una empresa que me ofreciese las condiciones de libertad y desarrollo personal que yo esperaba, me tuve que construir la mía. Montar una empresa no es realmente difícil si sabe cómo, lo complicado es dotarla de una continuidad, rodearte de gente que disfrute haciendo lo mismo que haces tu y encarar los desafíos día a día teniendo claro porqué estas en ella.

El caso es que, como es evidente, a mi lo que me gusta es programar, desarrollar software útil y ver cómo se utiliza y cómo facilita la vida, en mayor o menor medida, a nuestros clientes o a los clientes de nuestros clientes. Hay veces que se te ofrecen proyectos de una embergadura mayor de lo que puedes abarcar, y en esos momentos hay que decidir si se hace más grande el barco o se tira la oportunidad por la borda. En mi caso cada ampliación de la plantilla ha ido acompañada por tortuosas noches en vela y mil y una deliberaciones sobre la rentabilidad y la capacidad de dar una estabilidad laboral al nuevo colaborador. En fin, un sinvivir que un directivo medio de empresa de medio pelo no sufre generalmente.

Mi empresa no tiene altos ideales, ni objetivos macroeconómicos que cumplir, nos basta con saber que damos un servicio excelente y que nos pagan lo justo para seguir haciendo lo que nos gusta. No solemos sacrificarnos demasiado e intentamos coger proyectos interesantes para poder seguir aprendiendo día a día (esto de la informática es lo que tiene). Somos un poco frikis y, en suma, intentamos hacer del trabajo una parte estimulante de nuestra vida, no un castigo divino que tenemos que sufrir para purgar nuestros pecados.

Y llegados a este punto es cuando surgen los dilemas morales, las preguntas existenciales, ¿debe ser el empresario un explotador? ¿hay que abusar de los empleados o ellos abusarán de ti? ¿merece la pena montar una empresa en este país?… En suma, ¿el único empresario posible en nuestro sector y nuestro país es el empresaurio?

La legislación, la negociación colectiva, el sistema de recaudación del estado, el sistema de protección social están diseñados, básicamente, para dos tipos de empresas: las grandes y las más grandes. Tener que adelantar el IVA de las facturas y soportar plazos de pago de 120 días, pagar comisiones exageradamente desorbitadas a los bancos por una mínima financiación, lidiar con convenios diseñados para grandes cárnicas explotadoras en lugar de pequeñas pymes sin margen de maniobra, tener las mismas obligaciones laborales que empresas miles de veces más grandes y solventes son aspectos que hacen la vida al pequeño empresario muy, muy difícil. Como contrapartida suele quedar la familiaridad con los empleados, el apoyo mutuo o el compromiso absoluto que el empresario suele tener con la empresa haciendo suyos todos los problemas sin mirar para otro lado…

En mi caso, y es lo que provoca este post, he estado a punto de ver como la empresa se iba a pique por una combinación de crisis y mala suerte. Hubo un momento en 2011 en que fuimos 3 empleados y uno era una chica que se había quedado embarazada y estaba de baja desde el segundo mes… Nuestro convenio obliga a complementar el sueldo hasta llegar al 100%, por lo que durante su baja estábamos pagando el 25% de su sueldo y las cotizaciones sociales (otro 30%), con solo dos personas trabajando nos costó muchísimo sacar adelante ese año. La reincorporación de esta trabajadora fue un episodio casi kafkiano para una microempresa, tuvo gemelos, por lo que se amplió su periodo de baja maternal (periodo en el que seguíamos cotizando por ella) y, a su vuelta, decidió tomarse las vacaciones del año pasado, las del presente y tomar al pie de la letra el convenio que le daba 15 días por hijo por lactancia… Total otros dos meses y medio pa?andola el salario completo y las cotizaciones y sin obtener ningún ingreso por su parte… Al final ¡albricias! la muchacha vuelve a incorporarse y vemos el cielo abierto, nos constará volver a rentabilizar su trabajo, pero podemos conseguirlo con el tiempo…

¡Craso error! Al poco de volver me indica que se va a casar ¡chica! ¿en 14 meses no has tenido tiempo para ir al juzgado? No pasa nada, otros 15 días de sueldo, además se pide vacaciones que hace coincidir con el principio y el final de forma que se convierten en 20 naturales seguidos. Además, pone problemas para tomar días de vacaciones en los momentos en los que no hay trabajo en el cliente… ¿por qué quieres venir a la oficina si no hay nada que puedas hacer? ¿por qué te vamos a pagar esos días? Es un pequeño esfuerzo, pero no te estamos pidiendo la luna, solo que te tomes semana santa de vacaciones… Al volver de su feliz casamiento me comunicó que se iba de la empresa… Que fuese preparando el finiquito y que quería más días de vacaciones!!! ojiplático me quedé, saco la cuenta de los días naturales que ha disfrutado en lo que va de año (83 y estamos a junio)… Llevamos palmando pasta con ella desde hace año y medio, nos dice que se va, impidiendo ya que recuperemos lo perdido, perdiendo definitivamente al cliente que estaba atendiendo y, encima, quiere más…

Ciertamente las cuentas no me salían. Independientemente de que siendo purista igual algo de razón podía tener, lo que es inconcebible es que, por una parte, una empresa tan pequeña como la nuestra pueda ponerse en riesgo de bancarrota por una situación, aparentemente, cubierta por la seguridad social y, desde luego, totalmente ignorada por sus beneficiarios y, por otra, que una persona que lleva sin trabajar más de 14 meses no tenga el buen sentido de entender la situación en la que pone a la empresa. Para terminar de rizar el rizo, tras una conversación nada agradable con una abogada y la preparación preceptiva del finiquito en cuestión, en el momento de firmarlo la chica se niega a devolvernos el portátil que usaba para su trabajo… ¿Qué portátil? No se de qué portátil me hablas.. El surrealismo más purista acababa de hacerse obra de teatro dentro de mi oficina…

Aunque al final la cosa parece que se ha encauzado (momentáneamente), esta es una experiencia que no se la deseo a nadie (generalmente se paga por el trabajo y se intentan sacar beneficios de ello, no se paga por no hacer nada y encima de dinero se pierden clientes). Soy un firme defensor de la conciliación de la vida familiar y laboral, no tengo ninguna intención de perjudicar a las mujeres por el hecho de que lo sean, pero… ¿qué me vendrá a la cabeza cuando entreviste a una mujer en edad fértil? ¿la tendré que pagar menos para compensar las seguras pérdidas que esto me ocasionará? ¿preferiré aminorar las probabilidades y no contratarla? ¿toda esa legislación y macro-convenios para proteger la maternidad no se convierten en un arma contra la contratación de las mujeres?

Todos esos dilemas, y muchos más, se agolpan en mi cabeza mientras pienso como recuperarme del golpe y seguir adelante porque, alguien tiene que generar empleo, y me temo que en España somos las pymes las que más contratamos… Y todo esto solo por poder seguir programando y haciendo cosas interesantes… Igual dentro de poco ya no me merece la pena y me tengo que buscar algo «más estable», aunque no genere empleo y tenga que aguantar a un gerente incompetente…

Como resumen, y antes de que los sindicalistas que pasen por aquí me pongan a bajar de un burro (estoy abierto a todo), un pensamiento: De donde no hay no se puede sacar. Por muchas leyes que se hagan, si no hay presupuesto para financiarlas, no se podrán llevar a cabo (mirad la ley de dependencia). Con las empresas pasa lo mismo (ojo, con algunas, que también hay tiburones), a veces no hay dinero como para poder exigir el 100% de lo que se quiere.

¿Y porqué he puesto esa foto en el post? Porque es lo que ví anoche desde mi balcón (un incendio en las mimbreras) y porque así es como tengo la cabeza después de tanto dilema.