Baja de orange: Misión imposible

orange_logo-thHay ejercicios en la vida que alguien no debería afrontar, por su dificultad y por el poco beneficio que se obtiene de ello, como intentar abrazar a un león, robarle la gorra a un policía, intentar seducir a Kim Kardashian o darse de baja del adsl de orange. Todas son misiones casi imposibles y muy, muy ingratas.

El caso es que en mi casa soy cliente de Orange desde que era wanadoo, allá por el 2005, nueve años de fidelidad y de pocos problemas, pero el caso es que dado que no me pueden ofrecer más ancho de banda contraté la fibra de ono (aunque con sus problemillas que ya contaré) y ahora me quedaba lo «más sencillo» que es dar de baja el servicio de ADSL de orange que, por el momento sigue instalado aunque ahora el teléfono me venga con la fibra debido a que tengo splitter. He ido posponiendo lo de la baja porque me gustaba saber que tenía una línea de backup, pero ahora ya no es económicamente viable, por lo que me decidí a solicitar la baja.

Primer intento: 1470 me sale una señorita que me indica que debo llamar al 900901332, llamo a ese teléfono y una tal Diana me indica que al tenerlo a nombre de mi empresa me pasará con otro operador, me pasa y éste me indica que debo llamar al 900901217 donde una señorita de nombre Laura me indica que me va a pasar con Jon que, a su vez, me indica que me va a pasar con el departamento de gestiones especiales y que espere. 20 minutos después Jon me dice que están todos ocupados, que llame más tarde… ¡Leche! menuda operadora de telecomunicaciones que no puede comunicar con sus clientes.

Segundo intento, vuelvo a llamar al 1470 donde me aparece Gloria que me vuelve a indicar que llame al 900901217 donde, ¡por fin! me atiende Lucas que, por su voz de vendedor de seguros, ya podía augurar que ¡claro que sí campeón! me la iba a intentar colar. Muy amable él intenta venderme opciones, le indico que no, que solo quiero cancelar la línea y que aunque sepa que les da mucha pena que me vaya, no hay móviles ni nuevas líneas que les vaya a contratar… ¡Que solo quiero dar de baja una línea! Después de otros 20 minutos entre espera y chorrada en los que, lo único que se me ocurre, Lucas estaría tomándose un café, porque la gestión que yo tenía que hacer se solucionaba en 2 minutos me suelta que tengo que mandar chorrocientos papeles suplicando y justificando mi decisión a un apartado de correos y que «ya si eso» ellos lo darán de baja en un momento dado.

En ese momento ya me tocan las narices, y le pido que me de una baja inmediata en 48 horas desde ese momento, que es cuando lo he solicitado, y él me suelta que si, que el matasellos dirá la fecha, que no me preocupe… Pero, oiga, yo contraté esto telefónicamente debería poder darlo de baja igualmente, nada, nada, me da un número de baja y a confiar en que correos, su departamento de documentación y su buena voluntad funcionen como deben para «solo» cobrarme unos cuantos días de más.

En suma, he hablado durante más de una hora con Diana, Laura, Gloria, Jon, Lucas y dos personas más que no recuerdo para que, al final, sean ellos los que deciden cuando y cómo me dan la baja del servicio (si me la dan). Sin embargo, si dejas de pagar una cuota aunque no quieras o no te den el servicio, te meten en un fichero de morosos y te mandan la carta de un abogado… ¿Cuando comprenderán las empresas de este país que los clientes no salen de los árboles y que si les tratas bien igual vuelven?

Ver para creer…

Hoy voy a ser críptico, casi misterioso… Una forma rara de volver a escribir en el blog. Pero de siempre mi blog me ha servido para desahogarme de todas esas pequeñas cosas que van dinamitando tu día a día y que, peor todavía, cercenan la pequeña esperanza que me quedaba de que el ser humano tuviese sentido común… El caso es que no puedo (todavía) decir cual es el objeto de mis desvelos, por lo que simplemente me limitaré a quejarme en genérico… Igual alguno se siente identificado.

Políticos: ¿para qué?

En mi vida he necesitado muy poco tener contacto con políticos, además, generalmente era para temas que nada tenían que ver con la política y si con la gestión de lo público. En fin, que otra vez me ha tocado lidiar con uno… Con el resultado esperado. No voy a decir quien es ni de que color son sus siglas (en el fondo da igual). Pongámonos en situación:

Necesito algo, que debería estar disponible en mi ciudad, y decido pedir ayuda al representante de la ciudadanía (sic.) que está al cargo… Primero, no hay forma de localizar a dicho representante. Lo intento por twitter, que tan buen resultado me ha dado con las compañías telefónicas y, ¡bingo! aparece para decir que no hay problema, que faltaría más, que ya está hecho.. Me pasa un número de teléfono y un mail… ¿solucionado? Nada, peor que al principio. El teléfono no lo cogen nunca, los correos no los responden y en twitter ya no nos hacen caso… ¿Cambio de parecer? ¿treta? No lo se, pero digno cabezón el mío, decido seguir hasta el final, acoso a su secretaria, molesto a su jefe y, al fin, tres semanas después nos conceden audiencia… Con otra persona que no tiene nada que ver, que hace la deferencia de atendernos sin tener nada que ver y que después de mucho mirarlo decide derivarnos a otra persona que, al intentar hablar con ella dice que no sabe nada del tema… ¿incompetencia? ¿maldad? No lo se, pero haciendo el trámite por mi cuenta y sabiendo que voy a pagar en dos días ya tengo el tema solucionado… Políticos, ¿para qué?

Nunca confíes en los intelectuales

Si, reconozco que me he pasado, la frase anterior no es del todo cierta, pero se ajusta un poco al siguiente evento que me ha tocado las narices (y para ser lunes todavía la tengo a prueba de todo).. Por resumir, si alguna vez quieres ayudar a un intelectual, intenta que sea postrándote de rodillas, ofreciéndole el dinero sin condiciones y avergonzándote de hacerlo. Ellos serán muy dignos en cogerlo con una mano y escupirte mientras repiten «esto es muy comercial, no quiero mezclarme con nada similar». Da igual que lo hagas sabiendo que ambos ganan con la transacción, la mujer del cesar no solo debe parecer casta sino que debe ser castradora para todos los que no sean el cesar (joder, se me ha pegado lo de intelectual)… Pero bueno, buenas palabras, quedamos como amigos y no se te ocurra acercarte de nuevo diciendo que has puesto pasta… Si dices que es amor verdadero nos acostamos sin pensarlo, pero si propagas por ahí que tu pagas la cama no te quiero ver ni en pintura… Menos mal que el mundo está lleno de gente que sabe que las cosas cuestan dinero y que el agradecimiento no significa «venderse» barato aunque se crea uno que es la «elite» de esto.

Y sabéis lo bueno de este post… Que como solo hablo mal de gente (y mi yo bueno no soporta que alguien hable mal de nadie) intentaré enterrarlo en el «fondo de armario» escribiendo muchos más post (y así conseguiré volver a escribir un poco más a menudo). No hay mal que por bien no venga…

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El libro impreso ha muerto, ¡viva el libro!

metro_leyendo_smNo soy muy dado a contestar directamente escritos de otros, cada cual tiene su opinión y nunca está de más conocerla. Además, es muy buena la existencia de opiniones divergentes para entender que nuestro mundo es muy amplio y nuestra visión, generalmente, muy estrecha.

Pero un día es un día, y hoy me he decidido a contestar al excelente artículo que acabo de leer (nunca mejor dicho) en la revista leer, titulado: ¡Larga vida al libro impreso! y que está firmado por Jaume Balmes, un tipo al que sigo en twitter desde hace tiempo y que vi en directo en el congreso del libro digital.

Mi primera interpretación (y solo mía, como bien me ha hecho notar su autor) al leer este artículo es que el libro digital es una moda pasajera y que no tiene ninguna forma de triunfar, entendiendo como tal en convertirse en la manera primigenia de hacer llegar a los lectores sus lecturas. Es anecdótico que ilustre el artículo con un conjunto de personas que, de 5 leyendo, solo una lo hace en papel y, aún así, sirva de apoyo a su razonamiento. Con todo el respeto del mundo, dejo aquí mis comentarios y una foto de mi cosecha, sacada igual de una estación de metro. Espero me perdonéis si mi prosa no es de la misma calidad.

Jaume nos indica que los libros electrónicos aparecen como setas después de las campañas de «regalos» y vuelven a desaparecer según nos alejamos de esas fechas y que los usuarios «decepcionados» vuelven al papel rápidamente. Lamento decírtelo yo, pero eso es simplemente falso. Las decepciones existen y la estacionalidad de los regalos también. Los que reciben una tablet birriosa e intentan leer novela con ella terminan escaldados, pero los que reciben un ereader con tinta electrónica solo vuelven al papel por la fuerza. Las estadísticas en EEUU así lo indican y el hecho de que los usuarios cada vez sean más multi-dispositivo les convierten en consumidores ma? exigentes que nunca volverían a tecnologías anteriores solo por un dispositivo que les salió rana. Ya empezamos con el mar de lágrimas.

Sobre los costesprecios, Jaume, por mucho que os quejéis los profesionales, con razón,  de que las editoriales no os pagan lo que vale vuestro trabajo, eso no hace menos cierto que la cadena de producción de los libros digitales es distinta y más corta que la del libro en papel. Que no solo te ahorras el papel, la impresión, la encuadernación, el transporte, el almacenaje y la destrucción (por no decir la cadena de comisiones intermedias), sino que, además, no existe un coste por unidad. Estás cometiendo el error que han cometido todas las editoriales, usar la misma calculadora para una cosa que para otra. En cualquier caso, asumimos que hay un coste de edición y que, por el momento, no hay un circuito tan probado de distribución que permita estimar el retorno, pero eso no implica que tengamos que decir que el precio de un ebook ha de ser un 30% más barato que el de papel (como dicen los editores), por el simple hecho de que no son lo mismo ni nunca lo serán. A nadie se le ocurre calcular el precio del KW/h de la misma manera que calcula el precio de las pilas… ¿no? Es más, la música tiene unos gastos de grabación y edición infinitamente mayor que los del libro… y nadie cuestiona que una descarga ha de ser más barata que un CD.

La comodidad… Para gustos los colores, pero la experiencia de mi «laboratorio» de empleados, familiares y amigos me indica que las preferencias por el papel nunca tienen que ver con la incomodidad de leer en un buen ereader, sino con la mala elección del dispositivo, igual que unos malos cascos/altavoces te pueden estropear la mejor canción o una mala televisión hacer que la experiencia del full-hd se vaya al carajo. Efectivamente, en tipografía y otras ciencias del papel todavía hay mucho que trabajar, pero si te fijas, los libros de bolsillo no son más fáciles de leer que un libro electrónico en un kindle paperwire (por poner un ejemplo). De los márgenes no voy a hablar, porque a mi no me molestan si son más grandes o más pequeños siempre que tenga una forma correcta de sujetar el libro y, por lo que observo en el metro, la gente ya va pillando el truquillo de la funda como asistente..

El precio… El libro electrónico tiene muchas ventajas y decir que como el aparato lector tiene un precio y la gente casi no lee no existe la ventaja del precio es como decir que si con zapatillas ya nos apañamos para qué vamos a ir en metro o comprarnos una bicicleta (el coste de la bicicleta no lo amortizas si haces menos de XX kilómetros). Solo hay que comprender que son cosas distintas. Nadie compra un dispositivo pensando en el coste de amortización ¿sabes cuantas llamadas tendrías que hacer para amortizar el coste de tu teléfono móvil comparado con llamar desde un fijo? Pues eso. Sigo creyendo que a la gente le gusta leer, cómodamente, en cualquier sitio, sin llevar peso de más y pudiendo comprar el libro en cualquier momento y sin esperar a que se lo traigan del distribuidor. Eso en papel, simplemente, no se puede hacer y a lo mejor la gente sabe por lo que paga. ¿Cuanto cuesta la tele en la que ves el fútbol por el que pagas todos los meses? ¿Cuanto has pagado por el reproductor donde escuchas la música que seguro que has comprado legalmente?

Así que el libro puede, igual que la música y el cine empaquetarse de una manera igual o más de barata y fácil. Eso deja al libro en papel con el «papelón» (valga la redundancia) de tener que buscar su nicho (que lo tiene) y de aprender a convivir con el digital. ¡El libro impreso ha muerto!¡viva el libro!

Parte de las afirmaciones que aporto en este artículo salen del Primer Estudio sobre hábitos de lectura digital que podéis leer sin compromiso.

Soy José Antonio Espinosa, empresario desde hace 10 años, fundador de la red social biblioeteca.com y «proximamente» otros proyectos editoriales… Seguid atentos.

Se acabaron los problemas con los TPV

imagen 2Si recordáis un post anterior mío en el que me quejaba de la lentitud en la que poder conseguir un TPV (y eso que era virtual) ahora me ha llegado información sobre una nueva manera de hacer cobros desde el móvil olvidándose de todas las dificultades inherentes a lo que hasta ahora conocemos. Es más, nos libramos hasta de la necesidad de hablar con un banco para pedirle que nos permita usar su TPV.

La solución se llama payleven y con una solución bastante sencilla y flexible nos promete poder olvidarnos de una vez de los antiguos TPVs y de las negociaciones con los bancos.

El aparato que puede leer las tarjetas, que espero probar dentro de poco, se conecta via bluetooth con nuestro smartphone en el que se debe haber instalado la app que controla los pagos.

Las condiciones son muy buenas si el volumen de cobros que haces es irregular, ya que no tiene ningún coste por inactividad (odio que los bancos me cobren por NO darme un servicio) y, aunque la comisión por cobro no es la más barata (2,75%), era lo mismo que me cobraba La Caixa cuando empecé con BiblioEteca (además de las comisiones por no usar el TPV).

Así que ya sabéis, si tenéis cualquier negocio para el que necesitéis aceptar pagos con tarjeta no lo dudéis y conseguid ya este TPV Móvil de payleven.

Por cierto, hay quien me ha sugerido ya que empiece un nuevo blog solo sobre mi actividad empresarial (un yoemprendo)… ¿Me atrevo?