A vueltas con el «alquiler» de ebooks

Hoy hemos tenido una agradable charla en twitter en #ebookspain sobre la venta y/o alquiler de ebooks. Por más que he intentado centrarme en el tema, ha sido imposible sustraerme a un pensamiento más profundo que el meramente comercial. Porque la cuestión es: ¿son los ebooks un producto que se pueda vender o alquilar?

La mayoría de la gente, editores entre ellos, asimila un ebook con un libro en papel y pretende hacer cosas similares en su comercialización. Desde mi punto de vista eso es un error, más de concepto que de intención, pero totalmente asimilado por algunas mentalidades. Veamos un ejemplo:

Según esta visión, se estaría dispuesto a pagar (menos) por un tiempo limitado de disfrute del libro, ¿lógico…?

Pues no. Para que este tipo de cosas se puedan hacer el ebook ha de protegerse por un sistema DRM que permita estas limitaciones, este DRM tieme un coste de licencias bastante alto, lo mismo que el mantenimiento de los servidores que mantienen la información de las licencias de los ebooks y que permiten activar o desactivar ciertas funcionalidades del mismo. Amen a que solo se podría implementar en ciertos dispositivos y no en otros. En suma, al productor del ebook le saldría infinitamente más barato darte el libro sin restricciones que con el DRM, por más que solo lo vayas a disfrutar un tiempo.

¿Cómo es posible que un medio nuevo, con nuevas posibilidades, sin problemas de stock y sin entidad física conocida sea usado como un mero reflejo de un libro en papel?

Esa es una pregunta que se deberá responder por todos los que queremos leer en digital, por los que proporcionan la tecnología y por los que ostenten la propiedad intelectual (que es la única válida) de los elementos que queramos distribuir.

Estamos a los albores de una nueva época en la distribución del conocimiento y la cultura. En estos momentos en los que salimos en carretas buscando un nuevo horizonte en el «oeste» de la distribución digital y en los que nos cruzaremos con muchos truhanes y tahúres ávidos de robarnos lo que es nuestro en base a sus antiguos negocios.

Este es un nuevo negocio y como tal debe ser entendido, ni alquiler, ni DRM. ¿Alquilarías un chiste? ¿te implantarías un chip para poder retener en tu memoria una idea por un tiempo limitado? Pues eso…

Los diseñadores web y el mercado

Diseño web

Dejadme que os cuente una historia…

Hemos decidido rediseñar completamente el interfaz web de BiblioEteca y, para ello, necesitamos contratar un nuevo diseñador web que tenga la capacidad necesaria para abordar este desafío. Puesto que el interfaz web es nuestro front-end y de nada sirven las funcionalidades maravillosas si los usuarios no pueden encontrarlas o si les parece poco profesional la presentación. Por eso requerimos que sea bueno-bueno y de confianza.

Dicho y hecho, nos ponemos a buscar y empiezo a preguntar a la gente que conozco que ha trabajado con otros diseñadores web para que me aconsejen según su experiencia y para evitar tener que poner anuncios en infojobs que siempre es más impersonal. Como recibo pocas recomendaciones me decido a ir un poco más allá y pedir por twitter diseñadores con ganas de trabajar.

A todos los que he contactado les he pedido lo mismo, que echen un vistazo a la web y que nos propongan algo sobre cómo reharían ellos la web, de esa manera podríamos ver si el enfoque que nos proponía se acercaba a nuestra idea y así poder elegir entre los distintos candidatos. ¿Os parece algo extraño?

El caso es que varios de los que se presentaron por twitter (igual es un defecto de la plataforma) se negaron en redondo a hacernos estas propuestas si no les pagábamos por ello. De hecho, incluso alguno nos sugería que había que estar muy desesperado para hacer tal cosa gratis. Cuando les pregunté cómo hacía un nuevo cliente para saber qué es lo que recibiría antes de firmar el contrato me decían que «es una cuestión de confianza»… Si, pero, ¿y si no puede haber confianza porque no se conocen cliente y diseñador?

En una de las primeras empresas en las que estuve desarrollé labores de preventa durante unos años. Estas labores consistían, básicamente, en asistir a los comerciales en la elaboración de sus propuestas, incluyendo elementos técnicos que los clientes podrían necesitar para evaluar correctamente nuestra oferta. También incluía hacer demos y preparar prototipos afuncionales de las soluciones propuestas. Es evidente que no se hacía el mismo trabajo para todos los clientes y que los contratos a conseguir debían justificar el trabajo, aunque claro, el ratio de consecución de contratos no era, ni mucho menos, el 100%, por lo que hacíamos mucho trabajo sin obtener ingresos a cambio… Es lo que se llama labor comercial.

Sin embargo la labor comercial entre los freelances (e incluso alguna empresa) del diseño web parece que no existe. Lo máximo que puedes conseguir son dos párrafos de copiar-pegar y un presupuesto que, al final, solo hace una valoración por hora. No se si es la desconfianza de estos profesionales hacia los potenciales clientes, creyendo que estos van a utilizar sus ideas sin pagarles o, simplemente, es que les sobra el trabajo y no ven rentable hacer actividad comercial. Es cierto que se dan abusos de muchos clientes pidiendo análisis casi completos sin soltar un duro, pero también es cierto que no puedes esperar que alguien te contrate sin darle garantías del resultado a obtener y, encima, pidiendo cobrar por adelantado.

A mi que una empresa me pida que le pague por mandarme una propuesta me sienta tan mal como que me quieran cobrar por enviarme un curriculum o que me pidan dinero para venir a una entrevista de trabajo. Si no hay labor comercial y no se dedica tiempo a convencer a un cliente no se merece el trabajo.

A seguir buscando…

El experimento del remarketing

Después de que en el anterior post me quejase amargamente de la persecución de un baner malencarado, por fin su autor (que ya se ha disculpado) ha publicado las conclusiones y motivaciones de su estudio.

Dejo aquí el enlace a su post: Este Banner me persigue, y le agradezco que se haya molestado en disculparse. Ciertamente me ha hecho ver que las cosas que se pueden hacer con las herramientas de marketing de google también pueden usarse para el mal ;-)

Eduard, estás perdonado, pero, por favor, la próxima vez que nos persigas con una campaña de este tipo, por favor, pon una imagen más agradable como esta:

(Foto sacada de aqui).

Lo que no se es, ¿cuanto te costó esta campaña de «mentalización»?

Este tio me está persiguiendo

Hay una cara que me está resultando súmamente molesta, allí donde vaya en internet, allí aparece su careto, señalándome con el dedo y haciéndome sentir mal… ¡cómo lo odio! Os dejo la foto del interfecto junto con los molestísimos textos que acompañan:
molesto que te cagas
Efectivamente, es un anuncio de google adwords, y es «el anuncio» que me persigue allá donde esté, el culpable de toda esta persecución debe ser el tal Eduard Maeso, y su mierda de remarketing, dejo aquí un enlace al post de su bitácora que habla de ello para que recapacite y deje de molestar a la gente con técnicas tan cansinas y fuera de lugar como estas.

¡Por favor! ¡por favor! Si quieres hacer una campaña de marketing y dejarte los cuartos así como así, al menos, no molestes a tus «potenciales» clientes. Después del soniquete del test de la muerte este es el peor anuncio que he sufrido en mis muchos años de navegar por la red.

Eduard Maeso, por favor, déja de perseguirme y apuntarme con el dedo y te prometo que nunca más visitaré tu blog, ¿vale? Mientras tanto, cada vez que veo al elemento de la foto pincho y se que esos céntimos irán a la saca de google y harán un poco más pobre al ingenuo que ha diseñado la campaña… Animo a cualquiera que sufra este acoso que haga lo mismo…

Las batallas perdidas – Economía

Siguiendo con el anterior artículo: «Estamos en guerra aunque no lo sepamos«, vamos a repasar las batallas que ya se han librado en los frentes abiertos y cómo, cada vez más, la pinza está intentando atraparnos en fuego cruzado con unos pocos, muy pocos, beneficiados.

Batallas ya luchadas y perdidas en su mayoría:

En la parte económica

  • Años 70-80 : cruzada contra el poder de los trabajadores (ej. Thatcher, Reagan) para reducir su influencia y hacer que el capital ampliase la suya.
  • Años 80-90 : deslocalización de la fuerza de trabajo y todo el poder pasa a manos de las elites financieras, los salarios caen en todas partes en cuanto a peso en la economía de los países. Los financieros se encuentran con que cada vez hay menos poder adquisitivo para comprar bienes que sus empresas producen.
  • Años 90-2000: se soluciona el problema de la falta de liquidez no subiendo los sueldos sino concediendo crédito barato. Las deudas de familias y particulares se triplica con respecto a la década anterior.
  • Crisis financiera: el crédito a los particulares llega a su límite y los artificios financieros para multiplicar los beneficios basados en esa deuda explotan.
  • Crisis de deuda soberana: La elite financiera entra en pánico y exige a sus políticos recates e inmunidad para los responsables del fiasco. Eso produce un problema de deuda soberana que devuelve un poco más el poder a los responsables de la crisis que no piensan hacer nada para ayudar a la economía real. Cierran el grifo de los préstamos a particulares y empresas y terminan de estrangular el desarrollo económico. Los mismos ideologos del crédito infinito proclaman ahora que se acabó la fiesta y que toca pagar.
  • Gobiernos títeres: varios países Europeos ponen en su gobierno, o al mando de sus economías a destacados financieros responsables de la crisis pero que ahora se erigen como garantía para seguir recibiendo créditos (aunque sea pagados con dinero del propio país o de la unión europea) y adoptan las medidas de recorte de gasto que asegurarán que las deudas serán devueltas, aunque condene a los ciudadanos del país a la más absoluta recesión durante lustros. Todos los beneficios sociales son considerados «superfluos».

Podéis ver un bonito resumen de todo esto en este video (subtitulado):

En el próximo post proseguiremos con las batallas por la propiedad intelectual o cómo unos pocos intentan robar el conocimiento universal.