¿Quién mantiene la web de Movistar?

Hace como 14 años que soy cliente de movistar, casi el mismo tiempo en el que me he dedicado a hacer aplicaciones que, total o parcialmente, funcionaban en internet. He pasado por las épocas más crudas de las guerras de los navegadores, por los applets iniciales, por los activex peligrosos, por las vulnerabilidades flash, por la accesibilidad obligatoria, o por el advenimiento del AJAX. En todas estas etapas las webs han cambiado, las modas se han impuesto y, finalmente, el usuario ha decidido con qué navegador se sentía más cómodo y qué experiencia de usuario esperaba de una web. Nosotros, los proveedores, nos limitábamos a darle al cliente lo necesario para que pudiese acceder y utilizar nuestros servicios con comodidad y agilidad… Bueno, todos menos Movistar.

La web del canal cliente de movistar es un paso obligatorio para todo aquel que quiere tener acceso a su factura, consultar los puntos o intentar ver el consumo de su línea. Es normal que un proveedor de banda ancha tenga una web en la que poder acceder a estos servicios, es más, sería deseable que estos servicios fuesen de una calidad alta. Desconozco completamente quien se ha encargado de este servicio. No se si se trata de una empresa subcontratada o personal propio de la empresa, lo que si les puedo decir es que su web apesta.

En mi trabajo solo utilizo ubuntu para todo (es lo que tenemos en la oficina y estoy muy contento con ello). Además, dispongo de un Macbook con el que estoy muy satisfecho, un IPad y el peor ordenador de mi casa está dedicado a windows para emergencias y para resolver la papeleta si alguien se salta a la torera el respeto a los estándares… El caso es que necesito descargarme mis facturas y revisar mis consumos periódicamente y para ello tengo que acceder a esta web… Pero toda paciencia tiene un límite.

Antiguamente era normal ver webs que solo se podían utilizar con Internet Explorer ¡¡incluso con el infame IE6!! dado que los estándares no estaban demasiado desarrollados y la cantidad de usuarios que utilizaban otro tipo de navegadores o sistemas era muy reducido. Ese era el caso de la web de movistar que había que asumir como un mal transitorio hasta que lo arreglasen. Hace unos meses, sin embargo, anunciaron a bombo y platillo una renovación de la web, supuse que, dado que 2010 ya es un año bastante avanzado, que CSS y Javascript son estándares ampliamente adoptados, que IE6 ya ha desaparecido del soporte de windows, que Firefox y Chrome copan más del 50% de los navegadores en el mundo, todo hacía suponer que aprovecharían y actualizarían también el canal cliente para que la mayoría de sus usuarios pudiesen hacer uso del mismo.

Pero no, quizá movistar ha dado más importancia a que la home se vea bonita que a que los usuarios puedan usar sus servicios y en su página de accesibilidad nos indican que las páginas de canal cliente están optimizadas para Internet Explorer 5.5 y en adelante (¿¿!!¡¡??).

Tras intentar acceder infructuosamente a facturas y servicios varios desde firefox / chrome / safari desde mac / linux / ipad simplemente eché un vistazo al código y pude constatar que siguen usándo código javascript solo compatible con Internet Explorer. Usan windows.all y acceden a los elementos de la página de manera que solo los navegadores de Microsoft pueden entenderlo. Hay algunas funciones que si que han modificado para que desde cualquier navegador se pueda usar, pero la inmensa mayoría están hechas solo para IE… ¿Se darán cuenta ya que eso expulsa a más de la mitad de sus clientes? Además, en mi caso, me obliga a tener una máquina con windows para acceder a sus servicios, una cosa totalmente ridícula dado el estado actual de las tecnologías web.

Por eso, si algún responsable de la web de Movistar termina por casualidad leyendo esto, me ofrezo para informarle de todos los errores que tienen en sus páginas si es que por falta de medios no disponen de un mac o de un linux para poder probar… Si, simplemente, es algo que hacen a propósito, por favor, que lo digan para saber que nunca van a cambiar y poder optar a cualquier otro proveedor que tenga en cuenta a sus clientes a la hora de diseñar sus servicios internet.

IPad o Kindle… Leer o no leer, esa es la cuestión

Tengo que confesarlo, mi yo inconsciente ha ganado la guerra a mi yo consciente y he caido en la tentación de comprarme un iPad, solo llevaba un año detrás de él, y solo su alto precio me había conseguido frenar hasta el momento. Sin embargo, unas ofertas en cierto centro comercial, me han abocado a adquirir este aparatito…

Como ya os comenté en otros posts, hace casi 16 meses que tengo un kindle2 y lo he usado muy asiduamente, casi diariamente, desde el día que me llegó a casa. La llegada del iPad a mi ecosistema electrónico ha trastocado mi confortable habito de lectura diaria y no de una manera positiva. Os voy a decir mis impresiones después de una semana con mi iPad, que quizá ayuden a los que estáis pensando en comprar alguno de los dos aparatos. La única comparación posible en este caso es para la lectura, ya que el kindle es solo eso, un lector electrónico, el resto solo lo mencionaré de pasada.

Diferencias

El iPad tiene una pantalla retroiluminada led de 9,7 pulgadas, brillante, muy brillante. Ideal para ver fotos, videos o cualquier otra cosa en colores vivos y espectacular, pero no es la más adecuada para leer de continuo. La vista no solo se cansa, tienes que buscar el sitio ideal para leer, esquivar las luces para que no te den brillos, estar medianamente iluminado para que no te ciegue la luz del aparato leyendo a oscuras y sin movimientos bruscos para que no se te gire la pantalla y te descoloque la lectura. Además, te pasas media vida limpiando las huellas que has dejado en tu preciosísima pantalla.

El kindle tiene una pantalla de tinta electrónica de 6 pulgadas, sin ningún tipo de iluminación y varios niveles de gris. Espartana hasta el infinito, pero infinitamente cómoda a la hora de leer. Necesitas luz, si, pero además la agradeces, no tiene brillos y permite leer en exteriores tan bien o más que un libro en papel.

El iPad pesa, no demasiado, pero pesa sus buenos 730 gramos, cuando llevas un rato con él en la mano te cansas. Pesa la mitad que el libro en tapa dura «un mundo sin fin» y el doble que la mayoría de los libros de bolsillo. Es complicado leer un rato largo sin apoyarlo en algo.

El kindle pesa 290 gramos (la versión nueva 240) y se hace muy cómodo llevarlo encima. Puedes leer mucho tiempo seguido sin notar cansancio y dado su escaso tamaño lo puedes guardar en cualquier sitio sin que estorbe.

El iPad tiene varios programas para leer libros electrónicos, la mayoría gratuitos. Yo he probado el ibooks de apple, el stanza, el bluefire reader y el kindle para ipad. Todos ellos cubren de sobra mis expectativas, soportan muchos formatos, e incluso son muy bonitos y elegantes en las transiciones de páginas, las notas y demás. Lo único malo es la forma de pasar libros al dispositivo. Requiere itunes y un ordenador con windows o mac… Algo que yo uso muy poco. Una cosa que molesta cuando estas leyendo es que tienes que sujetar con las dos manos el aparato para poder pasar de página.

El kindle tiene su lector integrado, con sus formatos limitados ( no incluye epub), aunque se pueden convertir a formato propio todo lo que queramos con el servicio gratuito de Amazon o con Calibre, que incluso detecta cuando el kindle está conectado y gestionar una biblioeteca unificada. Se puede leer con una sola mano y no hay que tocar la pantalla para pasar página. Espartano, pero sumamente cómodo.

El iPad tiene una batería que, oficialmente, dura 10 horas utilizando el wifi… En mi experiencia incluso solo leyendo no llega a esa cifra y todas las noches tengo que ponerlo a cargar.

La batería del kindle está hecha para durar casi un mes de uso intensivo. Mis pruebas, leyendo una media de 2 horas al día todas los días, confirman que nunca he tenido que recargar el aparato más de dos veces al mes. Es un acto que, de anecdótico, casi es irrelevante.

Esta semana he leído mucho menos (fuera de internet, claro) ya que llevar a cuestas mi iPad de un sitio a otro no me ha dejado ir con el kindle, (solo tengo dos manos) y mi tiempo preferido para leer, que es el camino entre mi casa y el trabajo, no puedo usarlo para leer por los reflejos y el peso del iPad. Y estoy preocupado. El iPad me ofrece hacer muchas más cosas que el kindle, pero para leer, es mucho mejor este último.

Conclusión: Para leer comprate un kindle, si deseas hacer muchísimas más cosas, ostentar la propiedad de un aparato chulísimo, pero leer mucho menos, comprate el iPad…

Evidentemente, si ya tienes un iPad no encontrarás ninguna razón para hacerte con un kindle… Pero te estás engañando. Si quieres leer en condiciones necesitas una pantalla de tinta electrónica, cualquiera que diga lo contrario es que no ha podido comparar en condiciones.

Leyendo códigos de barras con el iPhone

Después de construir la aplicación que os comentaba en la entrada anterior, decidí dar un paso más y aplicar el móvil a algo que no se podría hacer por la web y que acercase un poco más los libros «físicos» a nuestro sistema. Decidí incluir un sistema que leyese los códigos de barra de los libros (que con el ISBN-13 ya es un código EAN válido) y buscarlos en biblioeteca. El resultado es la versión 1.5 de la aplicación, cuyas novedades podéis ver en este video:

Para el que le interese, he utilizado las maravillosas librerías Z-Bar para iphone, que son muy sencillas de utilizar y que tienen una potencia increible. Lo único malo (lease con una mueca graciosa en la cara) es que he tenido que cambiar mi iPhone 3G por un nuevo iPhone 4 para poder probar la funcionalidad… Y todavía estoy flipando con la pantalla retina.

La aplicación todavía puede mejorarse un poco, pero si quieres almacenar tu biblioteca de libros y mantener la lista en un sitio donde poder comentarlos, valorarlos y consultar tus notas, date de alta en www.biblioeteca.com y bájate la aplicación.

Mi primera aplicación para iPhone. (Experiencias con Apple)

Algo que tenía pendiente, y que sabía que tarde o temprano tendría que aprender es a programar para iOS, desde que tengo el iPhone no dejo de sorprenderme de las cosas que se pueden hacer con este aparatito. Aprovechando la excusa de hacer un cliente móvil para BiblioEteca me puse manos a la obra y pude comprobar los pros y contras de programar para iOS.

Pero antes de continuar escribiendo nada sobre el particular, me gustaría que pudieseis ver el video que preparé (gracias al iMovie) sobre la aplicación gratuita que ya está en la appstore de apple:

El resultado no es perfecto, pero si que es lo suficientemente llamativo para ser considerada una aplicación adecuada para el móvil. todavía no he terminado su desarrollo y tengo más ideas interesantes para implementar en la aplicación, pero ya me ha permitido programar en la plataforma iOS y subir a la appstore una aplicación y una actualización de la misma. Este post es un resumen de mis experiencias con apple.
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La ley «sinde», la guerra continúa…

sinde a por internet

Como todos debéis saber ya, la ley sinde ha sido derrotada en el congreso, no sin un cierto tufillo de chantaje político, más que preocupación por la ciudadanía, que, de forma excepcional estaba levantada en armas en su parte más digital. Como muchas de mis amistades me han preguntado por el asunto, y ya van unas cuantas veces que repito los mismos argumentos, aquí os dejo mis reflexiones sobre el tema:

¿Qué es la ley «sinde»?

En Diciembre de 2009 y dentro del proyecto de ley denominado LES (Ley de Economía Sostenible), de manera sorpresiva y sin aviso previo se incluyó un apartado, la disposición final primera, que tenía como fin, según sus promotores evitar que existan sitios web que se lucren con las creaciones culturales sin pagar derechos por ellas.

El texto integro de esta disposición final primera (en adelante ley sinde para nosotros) lo que especificaba era la creación de un órgano administrativo con capacidad de decidir, ante denuncias de interesados, la ilegalidad de unos sitios webs y proceder a su clausura o bloqueo. Este texto, que no contemplaba ninguna garantía judicial para el denunciado, fue ampliamente contestado por muchos internatutas, que confeccionaron El manifiesto en defensa de los derechos fundamentales en internet, que fue respaldado por más de 200.000 personas y provocó que el ministerio de cultura convocara una reunión para explicar la ley a los descontentos. Sin embargo, la explicación no consiguió más que confirmar las dudas que existían sobre la ley.

Después de comprobar que la ley en su primera redacción no nombraba para nada al poder judicial y, por tanto, dejaba en manos de la administración el cierre de cualquier web, lo que podía conculcar los derechos fundamentales de información y ser declarada inconstitucional, decidieron reformarla (maquillarla, más bien) para que apareciera la figura de un juez por algún sitio. E introdujeron una disposición en la que antes de cerrar un sitio web la comisión debería consultar a un juez, en un plazo brevísimo, si dicho cierre conculcaba alguno de los derechos fundamentales… Es decir, aparece un juez para que de su permiso a proceder al cierre, pero sin entrar a valorar si existe delito o no, solo se le pregunta, y sin posibilidad de realizar un proceso de indagación adecuado, si el cierre de dicha página web conlleva una violación de derechos fundamentales (para evitar que se cierre la web de un periódico, por ejemplo).

Llegados a este punto, ya que la ley sinde no se modificó más, el significado resumido del funcionamiento es el siguiente:

  • Existirá una comisión formada por miembros elegidos a dedo (lo dictará un reglamento no escrito todavía) y que puede incluso incluir personas de la industria cultural.
  • Alguien de la SGAE, promusicae, Sony, o quien sea, denuncia una página web que cree que está perjudicandoles «patrimonialmente»
  • La comisión cursa la denuncia, amenza a la web con cerrarla si no retira el contenido incómodo y si a la cuenta de tres no ha doblado la rodilla, procede a solicitar el cierre de la web
  • La comisión pregunta a un juez si el cierre de esa web atenta contra los derechos fundamentales (sin entrar en la cuestión de si es ilegal o no su contenido) y en cuatro días tiene una respuesta (positiva siempre, salvo que intenten cerrar un medio de comunicación establecido)
  • Se cursa ordenes a los operadores de internet y/o hosting que albergan el sitio web y se cierra el mismo

Entonces.. ¿Qué está mal?

Hasta aquí todo parecería normal, es decir, Sony quiere cerrar seriesyonkies porque cree que le está perjudicando y en cuatro días la web cerrada… Pero ¿qué problemas hay en esta ley?

  1. Las actividades de seriesyonkies, o la web de enlaces que sea, no son ilegales, como se puede ver, por ejemplo, aqui. Es decir, según la legislación española no está haciendose nada ilegal en esa web y, sin embargo, se está procediendo a su cierre. Es decir, nos estamos saltando el poder judicial y dejamos indefensos a los adminstradores de webs.
  2. No está establecido en ningún sitio el tipo de cosas que se pueden denunciar en pos de la «protección de la propiedad intelectual«, por lo que igual cerraremos seriesyonkies o la web del congreso por utilizar una foto sacada de internet, o lo que es peor, cualquier sitio puede haber citado a cualquier otro autor y procederse a su cierre sin ninguna garantía judicial. Esto tiene una vertiente muy peligrosa… Que se convierta en un mecanismo de censura.
  3. La Ley de Propiedad Intelectual Española ya existe y, si alguien comete algún delito contra esta ley, se le puede denunciar como cualquier otra actuación ilegal en nuestro pais, un juez entrará a dilucidar si se ha incumplido la ley y si existe delito, por tanto, no es necesario hacer otra ley para ello.

Y ahora entremos en el fondo del asunto… ¿Cómo hemos llegado a esto?

Según nos aporta la lectura de algunos cables de wikileaks, el gobierno de EEUU ha estado presionando al gobierno Español intentando que nuestra legislación se endurezca para intentar proteger sus intereses. Unido a esto, vemos que los «productores culturales» siguen empeñados en vendernos productos caducos y que no nos interesan (CDs, DVDs, etc.) y que no han encontrado una manera de satisfacer una creciente demanda de usuarios que pretenden disfrutar de estas creaciones sin salir de casa, sin comprar un soporte caro y sin tener que moverse al videoclub…

Generalmente los mercados se autorregulan, es decir, si surge una demanda, surgen productores que la satisfacen, en el caso de las industrias culturales, aunque la demanda se ha detectado, utilizan su posición de monopolio favorecido para seguir vendiendo lo mismo de siempre, donde obtienen más beneficios y donde se sienten más cómodos… Sin embargo, ante la falta de oferta, la gente se suele organizar para cubrir sus necesidades lo mejor posible. Si en tu pueblo no venden el coche que quieres te vas a la ciudad más próxima para adquirirlo. Si no lo encuentras en ningún sitio, te desesperas y lo intentas comprar de segunda mano… Algo así ha pasado en internet. Cuando nos dimos cuenta de que no podíamos meter nuestros flamantes CD’s en los reproductores musicales de mp3, buscamos donde encontrar los archivos, pagando primero y luego cuando se vio que no existía tal oferta, pidiéndoselo prestado a nuestro primo, vecino o aquel que conocimos en un foro de internet (la copia privada está permitida por nuestra legislación). Si nos damos cuenta que los vecinos, primos y usuarios de foros de internet son millones, pues nos plantamos en un sistema P2P que deja fuera del sistema a los productores musicales…

¿Y qué hicieron estos productores? ¿sacaron un sistema legal de acceso a su fondo musical para satisfacer la demanda? Nooo, decidieron acusar y perseguir a sus clientes como si estuviesen haciendo algo malo. En EEUU, con leyes en vigor mucho más restrictivas consiguieron ganar algunos casos, cerrar empresas como Napster y labrarse una fama pésima… Y los usuarios siguieron descargándose música que no podían encontrar en otro sitio. ¿Aprendieron la lección? Algunos si, Apple decidió tomar la iniciativa que no tomaron las discográficas y abrió iTunes, y ahora vende más música que nadie y toda digital. Igual es que ofrecía a sus clientes lo que sus clientes estaban demandando… Lo mismo con spotify, que aunque no ofree unos resultados financieros buenos, si que ha conseguido cientos de miles de suscriptores que pagan por escuchar la música que quieren cuando quieren.

En España, las discograficas, productoras cinematográficas, editoriales literarias y cualquier otra industria musical, han seguido cerrando los ojos y rezando para que esto de internet se acabe… Ni se han planteado que su campo de acción deba cambiar, ni se les ha pasado por la cabeza que el lugar para vender sus productos sea en la red de redes ni que sus clientes más fieles preferirían que se les ofreciese sus productos en casa y sin depender de transportistas, horas de recogida ni dependientes ni stocks… Y gritan a los cuatro vientos que los que se descargan sus obras por internet son «piratas» y cobran un canon por cada dispositivo en los que grabo mis fotos de verano por si se me ocurriera grabar sus productos en su lugar y pretenden hacernos creer que somos ladrones… Y su último recurso es «legalizar» la persecución a aquellos que ponen en contacto a los usuarios que se prestan las películas o las canciones, creyendo que eso les dará tiempo para decidir qué hacer con internet, o mejor aun, intentar que cierren internet y todos volvamos al cine, compremos CDs (o mejor, vinilos) y lancemos nuestro lector de libros digitales a la basura.

¿Me siento mal descargando películas de internet? No, me siento mal sabiendo que no puedo pagar a sus creadores porque los jefes de sus distribuidoras no se atreven a poner un netflix en España… Quizá deberían legislar menos y trabajar más en cambiar su modelo de negocio.

Y por eso, espero y deseo como ciudadano de este país que la ley sinde no prospere… Por ello la guerra continúa. Es una guerra entre ciudadanos y grupos de presión, entre «creadores» que desprecian a sus admiradores y fans incondicionales que harían lo que fuese para ver a sus ídolos. Una Guerra que dará la talla democrática de España y, en parte, su soberanía legislativa.