Uno no deja nunca de aprender, sea de informática o sea de gestión, en este caso me toca hablar de una tendencia que se afianza día a día en las empresas de informática y de la que he tenido un ejemplo flagrante hace muy poco. La lección de hoy, queridos lectores, es que, nunca, nunca, nunca, hay que dejar que tu empresa sea solo un conjunto de becarios.
¿Son malos los becarios? Claro que no, seguro que en poco tiempo se convierten en unos excelentes profesionales. Con la guía adecuada, y aprendiendo de los profesionales de verdad, todos aprendemos y nos convertimos en profesionales, con poca experiencia, pero profesionales. Entonces, ¿porqué me quejo? Veamos el ejemplo.
Una startup de la que prefiero no acordarme, comenzó su andadura en un nicho de mercado en el que partía con ventaja. Sus socios eran lo mejor de lo mejor en sus áreas de experiencia. Unos provenientes de la parte académica, pero con experiencia en proyectos de investigación, otros con experiencia en el desarrollo de software a nivel profesional y un gestor que creía que sabía de todo que encontró el dinero y los inversores necesarios.
Como toda startup su obligación es focalizarse en su proyecto principal y quemar dinero hasta que consigue sacar al mercado su idea o se queda sin dinero. No obstante, por errores que no vienen al caso, la idea principal se marchitó y se lanzaron a intentar crear productos en mercados cada vez más abarrotados, donde no contaban con las ventajas anteriores y con el dinero ya mermado. En esas los socios más interesantes y menos comprometidos fueron abandonando el barco, o bien se vieron obligados a abandonar al no tener expectativas de obtener un salario digno (digo digno, no a la altura de sus méritos, que eso siempre es mucho más, pero, oye, estamos en una startup). Estas personas son reemplazadas por becarios de manera que, al final, solo queda un socio con conocimiento y experiencia y el resto que se limita a aprender lo mejor que puede intentando no romper demasiado.
Y el error principal viene cuando el gestor, en su afán por prolongar una agonía innecesaria, decide sustituir a este socio «excesivamente caro» por otras personas de un nivel muy inferior, sin capacidad de trabajo ni compromiso con la empresa pero obedientes y baratitos… El resultado, el de siempre, una mierda.
¿Puede una empresa sin conocimiento práctico, sin experiencia, sin foco y sin socios comprometidos trabajando en la misma triunfar? ¿puede acaso sobrevivir? A los ojos de quien solo mira números y no valora el trabajo real de ninguna manera es la consecuencia evidente, pongo dos por el precio de uno y gano en el cambio… ¿Ganar qué? Duplicas el numero de problemas, dilapidas el poco conocimiento que tenías y llevas a cero la confianza de los inversores en una empresa que se puede montar con cualquiera que pase por allí y que no premia ni valora experiencia ni conocimiento… En fin…