El final del verano

Pues si, aunque este verano nos ha dejado temperaturas record y parece que se alarga más de lo debido, todo llega a su fin. Es lo normal, y aunque el calorcito y la falta de gente en la gran ciudad nos han brindado unos meses en los que poder relajarnos, eso se acabó… Hay muchas cosas en las que trabajar y muchas otras que disfrutar.

Atrás quedó la playa, el pueblo incomunicado, las (con suerte) barbacoas y el tener tiempo para estar con tus hijos, que, ahora si, vuelven a los estudios. Atrás quedaron los gastos excesivos, pero necesarios, para disfrutar un poquito con lo ahorrado el resto del año y ahora solo nos queda volver a mirar hacia adelante. Empezar, como cualquier septiembre que se precie, con nuevos propósitos, con esas colecciones por fascículos que nunca pasaban de la segunda entrega, con una sensación vacía de que lo que nos espera es ya el otoño y «winter is comming», ir cuesta abajo hasta chocar con la navidad y el año nuevo en el que, otra vez, recapitular sobre lo que hemos hecho.

Es un ciclo, perverso o virtuoso según como queramos verlo, pero lo único importante es saber que, hayamos hecho lo que hayamos hecho, no nos arrepentimos. Que intentaremos trabajar un poco más agusto, incluso con esas personas imposibles que nos rodean, que aprenderemos un poco más cada día y que, invariablemente, apreciaremos más a quienes nos quieren y a todos los que son amables con nosotros y con el resto.

Quizá me ha quedado una entrada un poco off-topic, pero es que todavía queda mucha carrera que correr, tenemos que elegir un gobierno nuevo, tenemos que buscar clientes, montar nuevas arquitecturas, leer nuevos libros, demostrarnos una vez más que no tenemos límites en lo que hacemos y, todo ello, sabiendo que cada vez hará más frío y nos lloverán chuzos de punta… Pero, siendo optimistas, nos quedan tres estaciones completas para prepararnos para el verano que viene.

¡A por ello!

Porqué no hay que tener miedo de la palabra Pucherazo

campana_1881Estos días estamos viviendo una oleada de suspicacia por parte de los simpatizantes de Podemos, entre los cuales, en este momento, me encuentro. Además de Fraude, la palabra más oída ha sido Pucherazo. Parece que esta palabra da mucho miedo, solo de pensarlo a algunos se les estremecen las canillas y se les aflojan los esfínteres.

No, a nosotros no, eso son los países tercermundistas los que sufren este tipo de cosas, nuestro sistema es perfecto.

Bueno, no quiero quitarles la ilusión, que hasta hace poco era mía, pero si que me voy a permitir deciros por qué no hay que tener miedo de expresar las dudas y porqué nuestro sistema puede ser perfecto, pero puede ser igualmente vulnerado.

Primero, ¿quién dijo miedo? Las garantías que hay en nuestro ordenamiento administrativo y jurídico para asegurar que las elecciones sean limpias e imparciales me parecen, simplemente, impecables. Sin embargo, seríamos cómplices por dejadez si no estuviésemos vigilantes de que todas las medidas orientadas a evitar el fraude se han tomado adecuadamente. Si nadie pone en duda el sistema, ¿quién avisará cuando este sea vulnerado? Ni siquiera sitios tan «democráticos» como EEUU ha quedado libre de los «pucherazos» electorales, y no lo digo yo, lo dicen aquí, por ejemplo. Lo bueno de todo esto es que con una ciudadanía vigilante y unos garantes aleccionados a seguir alerta todo puede funcionar correctamente. ¿Miedo a mostrar dudas? Ninguno. Lo peor que puede pasar es que estemos equivocados y, en ese caso, seremos los primeros beneficiados… Así que, ¿quién dijo miedo?

Segundo, ¿el sistema perfecto? Desde que algunos mostrasen sus dudas, e incluso que algunos intentaran aprovecharlas para colar HOAX falsos o portadas de periódicos trucadas, salieron muchos artículos defendiendo lo «perfecto» de nuestro sistema electoral, donde destaco este de David Fernandez: No, el 26J No hubo pucherazo (ni puede haberlo), artículo donde explica muy bien el funcionamiento de las mesas electorales y desmonta los hoax (o similares) que pretendían demostrar pucherazo en las mesas electorales. No obstante, en el artículo y en los comentarios posteriores, queda demostrado que no hay auditoría sobre la transmisión de datos ni el tratamiento inmediato de los datos provisionales. Es decir, el programa que recoge los datos desde las apps de los delegados de la administración que hay en cada mesa puede hacer con esos datos lo que quiera sin que nadie lo sepa en ese momento. Imaginemos, por un momento, que, por error informático, se produce una mezcla de los datos de algunos partidos con otros en esa recogida de datos, los resultados provisionales serán completamente distintos de los reales, habiendo sido las mesas completamente decentes y habiendo cumplido al 100% con su cometido.

Evidentemente la ley prevé que haya un recálculo global en las juntas electorales provinciales a la vez que se añade el voto de los Españoles residentes fuera del país, pero tal como se vió en Sevilla en el 22-M (no lo digo yo, de nuevo, lo dicen aquí y fue una realidad) es costumbre dar por válido el recuento provisional y solo añadir el voto de los residentes en el extranjero. ¿Qué problema tiene esto? Que realmente se confía al 100% en un sistema que no ha sido auditado debidamente y no se puede corregir los errores humanos en este segundo recuento. Esto, y nuestra maravillosa ley D’Hont puede hacer bailar escaños a los distintos partidos (incluso solo por errores). Así que, si no se exige un completo escrutinio general «de verdad» hay muchas posibilidades de que la realidad no coincida con las cifras.

Tercero, ¿porqué dudo?, visto que el sistema no es perfecto, que tenemos un intermediario que no es fedatario público y que no ha sido auditado y en vista de las variaciones tan poco comunes entre las encuestas a pie de urna (estaríamos hablando de las mayores variaciones desde que se hacen) y las encuestas previas (incluida la del CIS) no puedo sino tener una duda «razonable».Además, siempre he creído que el pueblo español podía ser engañado durante un tiempo, pero ver un repunte de votos de un partido corrupto y de demostrada toxicidad para la sociedad Española me parece más increible si cabe.

En cualquier otro momento de nuestra corta historia democrática ni me hubiese planteado que hubiese podido haber algo raro, pero vivimos unos momentos donde el gobierno ha cobrado en dinero negro de oscuros contribuyentes, que ha repartido beneficios con turbios amiguetes, que han utilizado el poder en su beneficio como partido y que alimentado una caverna mediática y un estado de opinión más de hooligan que de discusión política… Por eso dudo, y espero fervientemente que el escrutinio general termine por aclararme y borrarme de una vez las dudas. Cualquier otra cosa sería un pucherazo en toda regla y la mayor estafa perpetrada contra los españoles.

ACTUALIZACIÓN 1: En sitios no tan lejanos ni tercermundistas hay quien ha impugnado elecciones y no se les ha caído la democracia. Como en Austria (ver noticia).

ACTUALIZACIÓN 2: Qué se está haciendo en podemos para verificar los datos.

La épica del informático

programmingHoy toca una entrada para alabar la tarea de nuestros trabajadores del conocimiento (eufemismo clase Dios) que son, como no, ninguneados e ignorados silenciosamente por el público en general y por sus jefes en particular. Pero esperad, antes de eso, un «mea culpa»… ¿Porqué los profesionales de la informática son tan despreciados en esta, una sociedad construida en base a su esfuerzo? Os diré mi opinión… Porque acostumbramos mal a nuestros clientes. Nos piden lo imposible y se lo damos, nos quejamos, nos revolvemos contra la ignoracia atrevida del que nos pide la luna pero finalmente cedemos y eso es lo que nos conduce inexorablemente a las mazmorras de nuestro propio talento.

Si alguien pide un presupuesto a un fontanero para que le ponga un grifo debajo de la cama (por estúpido que eso sea) y consigue un profesional que no se descojone de su ocurrencia y le de el presupuesto lo más normal es que consiga su grifo y nada más. Imaginemos la conversación:

  • Cliente: ¿Qué es esto que me has puesto aquí?
  • Fontanero: un grifo
  • Cliente: pero está debajo de la cama, ¿cómo voy a poder usarlo así?
  • Fontanero: es lo que pidió
  • Cliente: si, claro, pero es de sentido común que un grifo debajo de la cama debe tener algo que permita que se use desde encima de la cama
  • Fontanero: eso no es mi problema
  • Cliente: venga, no me vengas con esas, un grifo que no se puede usar no te lo voy a pagar.
  • Fontanero: es lo que has pedido y es lo que tienes que pagar
  • Cliente: ya, pero al menos harás que se pueda usar desde la cama
  • Fontanero: solo tienes que bajar de la cama y amorrate al caño
  • Cliente: eso no es práctico
  • Fontanero: ya ¿y?
  • Cliente: venga, me haces un apaño para que pueda usarlo desde la cama y luego te contrato la pila del baño
  • Fontanero: ni de coña, aquí tiene la factura.
  • Cliente: bueno, vuelve dentro de un mes y te pago junto con el resto de..
  • Fontanero: ahora
  • Cliente: esto…
  • Fontanero: ¿Pagas o me llevo el grifo y se te inunda la casa?

Bueno, algo así… Los clientes suelen ser más razonables con los fontaneros que con los informáticos, porque, total, seguro que a los informáticos les gusta hacer mal su trabajo y no ponen todas las cosas que tienen que poner porque son vagos.

¡Pues no!

Los informáticos, y los programadores principalmente, son héroes. Gente que consigue lo imposible, que cumple con requisitos inverosímiles, que estira el tiempo disponible hasta lo absurdo para conseguir terminar algo que, probablemente, luego sea mal juzgado por algún ignorante en la materia. Los programadores más experimentados crean obras de arte en unas líneas de código que, aunque podrían ser admiradas en museos donde otros programadores no puedan más que deshacerse en halagos, al final son ejecutados una vez por alguien que no está preparado ni para programar una lavadora y obtienen un comentario estúpido sobre el número de clicks que hay que hacer… Estos héroes anónimos mueven nuestro mundo, allí donde mires hay un programa que escribió alguien, que hace más sencilla tu vida, o que te permite hacer cosas impensables hace solo unos años. Estos héroes sin nombre que, por lo menos en España, están mal pagados, mal vistos (como si picar código al azar en un editor fuese programar), mal dirigidos por gente sin criterio y sin empatía. Formando parte de hojas excel que los mide en kilos de carne y los vende y los compra a otros patanes con ínfulas que creen que hacer informática es un simple problema de coste.

Por todo ello, amigo gerente, si alguna vez un programador te intenta explicar lo difícil que es conseguir algo, entiéndelo como un cumplido que te hace intentando dejar que veas una porción pequeña de su complejo mundo interior. Intenta comprender que no te está intentando dar una excusa, sino describiéndote el peligroso campo de batalla en el que va a meterse en tu nombre y dar hasta su última gota de sudor y sangre para acabar con el enemigo y conseguir esa funcionalidad que tu describes en una frase pero que eres completamente incapaz de explicar en sus detalles (o, simplemente, no quieres hacerlo por pereza).

Día a día, proeza a proeza, sin parar, sin esperar recompensa, sin aparecer en los libros de historia (ni siquiera viendo reconocida su propiedad intelectual muchas veces), el programador anónimo sigue siendo el motor de esta sociedad y, desde aquí mi más sincero agradecimiento a todos ellos. Y, por favor, dejad de tratar a los gerentes como niños, que ellos no quieran escuchar los problemas no significa que estos no estén ahí y que merezcan verlos con sus ojos… Igual así despiertan y os empiezan a tratar como lo que sois, los nuevos magos de la tecnología moderna.

De hipotecas y nacionalismos

Terminadas las elecciones y con el turrón de la nochebuena todavía en el cuerpo me acabo de dar cuenta de algo, que es posible que todo el mundo ya sepa, pero que me apetece dejar por escrito.

tripartito

El resultado de las urnas ha sido claro, poco efectivo en el tema de crear un gobierno, pero conciso indicando que la ciudadanía está harta de dar su voto sin concesiones a un solo partido que luego toma las decisiones que mejor le viene a una cúpula y no al mismo pueblo. Quieren una nueva política y una regeneración democrática que nos devuelva el poder y la dignidad aunque sea a costa de los oligopolios y amiguetes de turno. Con un problema añadido, la vieja política no ha acabado de morir y se empeña en obstaculizar a toda costa la irrupción de los emergentes y su aportación al nuevo gobierno.

Hay una cantidad importante de votantes que son intercambiables entre Ciudadanos y Podemos y, no olvidemos, los votantes de PSOE están muy por la labor de apoyar políticas progresistas vengan de donde venga, ¿cual es el problema entonces para un gran «pacto de perdedores» como lo llamó Rajoy? ¿Qué impide que Podemos, PSOE y Ciudadanos se pongan de acuerdo en los puntos fundamentales de regeneración democrática, eliminación de la corrupción y blindaje de los servicios sociales?

Los problemas se resumen en uno, nada que ver con líneas rojas o sectarismo, se trata de la supuesta «hipoteca» independentista que los medios del PP han colgado a Podemos para marcarle como apestado. Se empeñan en decir que el hecho de que Podemos haya incluido en su programa el derecho a convocar referendums para decidir el tema independentista es una exigencia de los nacionalistas y equivale a la firma de una hipoteca con éstos. Perdonadme, pero no, eso no es así y Pablo Iglesias ya lo ha explicado más de una vez (y la misma Ada Colau también).

Podemos pone por delante en sus prioridades todos estos temas que ya hemos hablado y dudo que se negasen a hablar con nadie que ayudase a llevar a cabo su programa y deja en un segundo plano la «unidad nacional», básicamente porque es un asunto sobre el que no tiene nada que decir. Y como no tiene nada que decir simplemente propone que se le de voz a quien si quiere decir algo, aunque como el mismo iglesias indica, él votaría y promovería la unidad en el caso de referendum. La misma Ada Colau en Barcelona fue muy criticada por los nacionalistas por abstenerse de las declaraciones independentistas, pero, es que el tema este ya huele.

No soy nacionalista, ni anti-nacionalista, no defiendo la unidad territorial a ultranza, ni quiero que se separen de nuestro estado territorios que han estado siempre con nosotros, por eso no entiendo como dar voto a los que viven en un sitio para que opinen sobre algo pueda ser obstáculo para nada.  Es más, igual deberíamos plantearnos poder hacer referendums sobre si queremos un Rey o no, al final la soberanía se supone debe ser del pueblo y nadie debería comulgar con ruedas de molino que no son suyas o de la mayoría equivocada de su pueblo.

El problema, ahora, creo yo, es que las nuevas políticas tienen hipotecas con sus raices. Las raíces de Ciudadanos en Cataluña son de anit-independentistas y no pueden ver como ese asunto se ningunea y se resuelve de un plumazo con la receta de Podemos sin usarlo, como todos, para sacar réditos electorales. Que no me vengan con que el pacto tripartito no es posible con Podemos porque se han vendido a los independentistas, el pacto no es posible porque Rivera viene de lejos hipotecado por el anti-nacionalismo que le impide ver que los problemas de las personas no son, en su mayoría, resultado de nacionalismos o no-nacionalismos y que la receta de lo que se necesita no tiene porqué incluir ningún ingrediente de ese asunto.

Veremos cómo termina la cosa, al final uno nunca puede fiarse de ningún político, pero la nueva política tiene que librarse ya y para siempre, del «problema» nacionalista y empezar a ver los problemas de las personas por encima de las nacionalidades.

No sabemos lo que significa democracia

B796UFhIcAAzHKhPues si, lo lamento profundamente, pero esta es mi conclusión después de los resultados de las últimas elecciones municipales y autonómicas. No por los resultados en sí, que aunque decepcionantes por lo templado del castigo a los corruptos que nos gobiernan, sino por las reacciones de personas que, anteriormente, yo creí razonables y que me han decepcionado sobremanera.
No voy a decir nombres, si alguno lee esto ya se verá representado, pero si que voy a explicar qué es lo que no me entra en la cabeza de esta sociedad nuestra.

La Hipocresía de estos votantes que, a pesar de tener que reconocer todos los males a los que nos han abocado el Partido Popular, con los episodios más escandalosos de toda la democracia en cuanto a corrupción, financiación ilegal, amiguismo y prevaricación, son incapaces de dejar de votarles porque «¡la que nos espera con los rojos!» o equiparar miles de millones de euros desviados para fines partidistas, injusticias profundas y prepotencia chulesca con comentarios de mal gusto en twitter. Cualquier cosa vale para justificar el error de haber votado a un partido que está podrido. Esto es pura y llanamente hipocresía.

El cainismo de la izquierda patria, que es incapaz de organizarse sin entrar en discusiones futiles y estúpidas. Que frena toda iniciativa que no parte de ellos mismos y que desde su superioridad moral (si, los ideales son lo que tienen) se ven incapaces de combatir a la derecha ruin y pragmática que es capaz de mentir repetidamente para defender a los suyos sin despeinarse y sin sentir ningún rubor. Señores, no hace falta ser perfecto (nadie lo es) para gestionar de manera honrada los bienes comunes y, a veces, es mejor reconocer un fallo que hacer sangre por cosas que no serían ni siquiera anécdotas en otros partidos.

El descaro con el que los políticos hacen uso de los votos que les han concedido sin pensar siquiera en los votantes. Ciudadanos ha pactado con todos los posibles grupos que se han cruzado en su camino, a veces con condiciones, a veces sin ellas, pero en cualquier caso ha demostrado (y en Alcorcón es un caso sangrante) que eso del cambio era solo una consigna y que, si bien no son marca blanca del PP, si que han conseguido que todos sus votantes se pregunten, ¿porqué? y, si no retoman una línea argumental coherente en los próximos días, se convertirán en el próximo UPyD.

El miedo con el que los ciudadanos afrontan sus responsabilidades. Personas adultas que todavía no han reconocido que el gobierno debe representar al pueblo y trabajar para él y prefieren que les guíen como becerros. Gente que se preocupa por lo que pensarán los inversores extranjeros de China o Arabia Saudí en lugar de preguntarse por las ejecuciones que estos estados cometen a millares entre sus ciudadanos. Gente que protesta por el aumento de intereses de la deuda soberana por la llegada de nuevos gobiernos en lugar de preocuparse por los cientos de miles de millones que se han usado de esa deuda para pagar empresas amigas de los gobiernos «modernos» que, como leí en una incalificable columna de un «opinador» profesional son aquellos que tienen el bipartidismo como forma política (¡¡!!)…

Me consuela ver la ilusión con la que en sitios concretos, personas concretas (como Manuela Carmena en Madrid) han asumido el reto de limpiar y enderezar la vida política y la gestión pública. Quizá no quede en nada, pero igual es que España no se merece una democracia.