El caso monedero

Hoy escribo una entrada de un asunto que todavía no está acabado, por lo que igual me pillo los dedos, pero bueno, yo soy muy de pillarme… Y si al final lo que digo son tonterías es mejor saberlo, así que lo dejo por escrito para que luego no pueda retractarme (modo hemeroteca on).

El caso es que hoy saltaba la noticia de que Juan Carlos Monedero, el número 3 de podemos, según había podido saberses de fuentes de la agencia tributaria, habría presentado una declaración complementaria para incluir en su IRPF los ingresos de esos trabajos hechos en latinoamerica. La verdad es que la noticia era de las que ponía berracos a muchos politicuchos corruptos, se abría la veda del defraudador monedero. ¡Los de podemos no son santos! gritaban a los cuatro vientos, ¡ha reconocido que cometió fraude fiscal! era el mantra que, según salía la noticia, ya estaba preparado en todo el circo Pepero.

Posteriormente el gabinete de prensa de podemos sacó un comunicado explicando lo que había sucedido y, evidentemente, no le llegó ninguna citación a Juan Carlos, ni le vimos esposado entrando en dependencias judiciales, como a tantos otros políticos castuzos. Porque, lo mejor de todo, es que no había cometido ninguna ilegalidad, ni antes de la complementaria, ni después… ¿Cual es el pecado? Ser de podemos e intentar contentar a las masas enfurecidas. Intentar evitar el procedimiento express que hacienda había acometido de manera sorpresiva soltando toda la pasta que se podía pedir y más… Y entonces es cuando, por pasarse, quedó como un fariseo.

¿Se le puede acusar de delito a Monedero? No. Aunque en este régimen de libertades reducidas siempre se puede emprender una persecución injusta sin ninguna consecuencia para el perseguidor. Montoro da mucho miedo y la AEAT es un órgano con mucho poder.

¿Se le puede acusar de doble moral? Tampoco. En el mismo momento en que recibió el pago por sus trabajos trajo el dinero a España y los declaró. Lo hizo de una manera un poco naïf, quizá mal aconsejado, pero es la figura elegida por muchos otros profesionales (Como Aznar y Famaztella) y siguen operando hoy en día. Es cierto que últimamente, siguiendo el dictado de Montoro, se está persiguiendo más a figuras relevantes para intentar evitar que tributen como empresas (Montserrat Caballé, Messi, Sabina, etc.), pero también es verdad que también hay muchas empresas para gestionar actividades de una sola persona que no son tocadas. Para tener doble moral hay que saber que lo que se hace está mal en un principio, si se cree que está bien y de acuerdo a la ley vigente, no hay doble moral… Que luego decida quitarse a Montoro de encima pagando el máximo exigible (sin esperar a ser inspeccionado como la Caballé o Sabina) es un movimiento que demuestra que el dinero no es lo más importante para él y que el deseo de proteger el partido puede más que el egoismo personal.

¿Que se puede aprender de esto?

1.- Que elijas bien el asesor fiscal cuando cobres ingresos extraordinarios

2.- Que la agencia tributaria es muy ágil cuando se trata de perseguir a alguien que interesa al ministro de turno y suele ser mucho más laxa en pedir cuentas por otras cosas que, aunque sean de más importe, no tienen importancia política.

3.- Que en este país es mejor hacerse el sueco y la víctima y esperar que hacienda te inspeccione para soltar un solo euro ya que si lo sueltas sin tener porqué ya «huele mal». Aunque sea una acción encaminada a eliminar cualquier duda.

4.- Que los argumentos de los medios y de los voceros políticos son dignos de los mejores troles de internet. Siempre hay respuesta y terminan en un bucle sin fin: es un chorizo->Son casta como nosotros->Hay delito->Bueno si no delito algo habrá->Bueno si no hay nada tiene doble moral->En realidad quería defraudar aunque no lo hiciera->El dinero es de chavez->Le han pagado demasiado->huele mal->es un chorizo (y vuelta al principio)

Vamos, como decía la lideresa el otro día, yo no pongo la mano en el fuego por nadie (ni por mi mismo, ya que igual mi gestoría está haciendo algo mal sin que yo lo sepa), pero prefiero confiar en los que pagan impuestos que en los que los roban. Se que es difícil, pero ¿porqué no aplicamos un poco el sentido común? Parecemos un país que mide todas las acciones como si sucedieran dentro de la casa de Gran Hermano.

Y para muestra, aquí el muy sospechoso profesor Gay de Liebana indicando que él cree que Monedero ha pagado de más…

El libro impreso ha muerto, ¡viva el libro!

metro_leyendo_smNo soy muy dado a contestar directamente escritos de otros, cada cual tiene su opinión y nunca está de más conocerla. Además, es muy buena la existencia de opiniones divergentes para entender que nuestro mundo es muy amplio y nuestra visión, generalmente, muy estrecha.

Pero un día es un día, y hoy me he decidido a contestar al excelente artículo que acabo de leer (nunca mejor dicho) en la revista leer, titulado: ¡Larga vida al libro impreso! y que está firmado por Jaume Balmes, un tipo al que sigo en twitter desde hace tiempo y que vi en directo en el congreso del libro digital.

Mi primera interpretación (y solo mía, como bien me ha hecho notar su autor) al leer este artículo es que el libro digital es una moda pasajera y que no tiene ninguna forma de triunfar, entendiendo como tal en convertirse en la manera primigenia de hacer llegar a los lectores sus lecturas. Es anecdótico que ilustre el artículo con un conjunto de personas que, de 5 leyendo, solo una lo hace en papel y, aún así, sirva de apoyo a su razonamiento. Con todo el respeto del mundo, dejo aquí mis comentarios y una foto de mi cosecha, sacada igual de una estación de metro. Espero me perdonéis si mi prosa no es de la misma calidad.

Jaume nos indica que los libros electrónicos aparecen como setas después de las campañas de «regalos» y vuelven a desaparecer según nos alejamos de esas fechas y que los usuarios «decepcionados» vuelven al papel rápidamente. Lamento decírtelo yo, pero eso es simplemente falso. Las decepciones existen y la estacionalidad de los regalos también. Los que reciben una tablet birriosa e intentan leer novela con ella terminan escaldados, pero los que reciben un ereader con tinta electrónica solo vuelven al papel por la fuerza. Las estadísticas en EEUU así lo indican y el hecho de que los usuarios cada vez sean más multi-dispositivo les convierten en consumidores ma? exigentes que nunca volverían a tecnologías anteriores solo por un dispositivo que les salió rana. Ya empezamos con el mar de lágrimas.

Sobre los costesprecios, Jaume, por mucho que os quejéis los profesionales, con razón,  de que las editoriales no os pagan lo que vale vuestro trabajo, eso no hace menos cierto que la cadena de producción de los libros digitales es distinta y más corta que la del libro en papel. Que no solo te ahorras el papel, la impresión, la encuadernación, el transporte, el almacenaje y la destrucción (por no decir la cadena de comisiones intermedias), sino que, además, no existe un coste por unidad. Estás cometiendo el error que han cometido todas las editoriales, usar la misma calculadora para una cosa que para otra. En cualquier caso, asumimos que hay un coste de edición y que, por el momento, no hay un circuito tan probado de distribución que permita estimar el retorno, pero eso no implica que tengamos que decir que el precio de un ebook ha de ser un 30% más barato que el de papel (como dicen los editores), por el simple hecho de que no son lo mismo ni nunca lo serán. A nadie se le ocurre calcular el precio del KW/h de la misma manera que calcula el precio de las pilas… ¿no? Es más, la música tiene unos gastos de grabación y edición infinitamente mayor que los del libro… y nadie cuestiona que una descarga ha de ser más barata que un CD.

La comodidad… Para gustos los colores, pero la experiencia de mi «laboratorio» de empleados, familiares y amigos me indica que las preferencias por el papel nunca tienen que ver con la incomodidad de leer en un buen ereader, sino con la mala elección del dispositivo, igual que unos malos cascos/altavoces te pueden estropear la mejor canción o una mala televisión hacer que la experiencia del full-hd se vaya al carajo. Efectivamente, en tipografía y otras ciencias del papel todavía hay mucho que trabajar, pero si te fijas, los libros de bolsillo no son más fáciles de leer que un libro electrónico en un kindle paperwire (por poner un ejemplo). De los márgenes no voy a hablar, porque a mi no me molestan si son más grandes o más pequeños siempre que tenga una forma correcta de sujetar el libro y, por lo que observo en el metro, la gente ya va pillando el truquillo de la funda como asistente..

El precio… El libro electrónico tiene muchas ventajas y decir que como el aparato lector tiene un precio y la gente casi no lee no existe la ventaja del precio es como decir que si con zapatillas ya nos apañamos para qué vamos a ir en metro o comprarnos una bicicleta (el coste de la bicicleta no lo amortizas si haces menos de XX kilómetros). Solo hay que comprender que son cosas distintas. Nadie compra un dispositivo pensando en el coste de amortización ¿sabes cuantas llamadas tendrías que hacer para amortizar el coste de tu teléfono móvil comparado con llamar desde un fijo? Pues eso. Sigo creyendo que a la gente le gusta leer, cómodamente, en cualquier sitio, sin llevar peso de más y pudiendo comprar el libro en cualquier momento y sin esperar a que se lo traigan del distribuidor. Eso en papel, simplemente, no se puede hacer y a lo mejor la gente sabe por lo que paga. ¿Cuanto cuesta la tele en la que ves el fútbol por el que pagas todos los meses? ¿Cuanto has pagado por el reproductor donde escuchas la música que seguro que has comprado legalmente?

Así que el libro puede, igual que la música y el cine empaquetarse de una manera igual o más de barata y fácil. Eso deja al libro en papel con el «papelón» (valga la redundancia) de tener que buscar su nicho (que lo tiene) y de aprender a convivir con el digital. ¡El libro impreso ha muerto!¡viva el libro!

Parte de las afirmaciones que aporto en este artículo salen del Primer Estudio sobre hábitos de lectura digital que podéis leer sin compromiso.

Soy José Antonio Espinosa, empresario desde hace 10 años, fundador de la red social biblioeteca.com y «proximamente» otros proyectos editoriales… Seguid atentos.

Si cierras los ojos todo es posible…

ojos_cerrados-145Eso es lo que parecen pensar todos los implicados en la industria del libro, si cierran los ojos y piensan con mucha intensidad que los ebooks son lo mismo que los libros en papel milagrosamente esto se hará realidad. Esa cerrazón insistiendo en aplicar modelos caducos, que tuvieron su razón de ser en el pasado, a nuevos objetos que no tienen casi nada en común será la razón que les arrastre al abismo.

Entiendo la posición de una industria, la editorial, que se ha dedicado a empaquetar contenidos en libros y ha controlado su distribución y venta de manera omnipotente durante casi 500 años al descubrir que su producto principal ya no es necesario, que los margenes que se obtenían ya no se pueden sacar de los libros digitales y de que los que antes eran meros comparsas -los autores- ya no se contentan con las migajas que antes recibían. Han cerrado los ojos y han pensado con mucha intensidad que si llaman libro a un ebook ellos seguirán teniendo todos los derechos y podrán continuar con su negocio.

Craso error, para seguirles el rollo Amazon, que es el mayor distribuidor de libros en papel, les dió palmaditas en la espalda y les prometió que para ellos un ebook es lo mismo que un libro en papel, que pondría sistemas anticopia y quitaría a los lectores sus derechos para simular que un ebook es un libro… Y cuando los editores, aliviados, abrazaron al monstruo este siguió dándoles cuerda para un autoahorcamiento anunciado. Se inventó un préstamo de ebooks por el que los editores y autores no recibirían nada… Y los editores no sabían qué decir… Bueno, es normal, los libros en papel también se pueden prestar ¿no? Después patentó un mercado de segunda mano en el que los usuarios podrían revender su copia «usada» del libro como si se tratase de uno de papel… Y con los ojos cerrados y pensando que un ebook es un libro sería hasta aceptable.

Pero es que un ebook no es un libro. Si damos un paso atrás y abrimos los ojos como lo haría un niño lo que veríamos sería que alguien acaba de inventar una manera por la que un paquete de bytes pasa de un dispositivo a otro a cambio de un dinero que solo repercute en Amazon, quien compró el «original» al revenderlo recupera parte de su dinero, por lo que la lectura del ebook le ha salido mucho más barata y seguro que va a tener comprador porque la persona que le compre el ebook recibirá exactamente lo mismo que el primer comprador pero pagando menos dinero, ¿quién querría comprar el orginal si no hay absolutamente ninguna diferencia con una copia más económica? Resultado, muchas personas leerán el mismo libro pero la editorial o el autor solo cobrarán una vez y estarán contentos porque con los ojos cerrados es lo mismo que pasaría con un libro en papel ¿no?

Lamentos de la industria decadente

Año 1496 , en el refectorio del monasterio ya no quedan más que el prior y el hermano Braulio, han terminado la comida y las lecturas de la Biblia y se deciden a pasear por los soportales del claustro. El hermano Braulio ha solicitado esta entrevista visiblemente nervioso tras recibir noticias de la lejana capital y empieza con tono quejumbroso:

– Hermano, algo horrible está sucediendo en Alemania, acaban de comunicarme que han inventado un sistema, que no puedo sino nombrar como demoniaco, que permite imprimir libros a una velocidad inhumana.

– ¿Cómo hermano Braulio? Eso no es posible. Bien sabemos que para producir una Biblia en condiciones nuestros copistas tardan muchos años y el coste de los materiales y el trabajo dedicado hace que solo unos pocos afortunados puedan costeársela.

– Como oís, ahora ya se pueden producir tantas copias como se quiera de la misma obra sin más coste que el de una prensa y el barato papel y la tinta, burgueses y gente impia podrá acceder a cualquier escrito dentro de nada…

La angustia se reflejaba en la cara del hermano Braulio, mientras el Prior empezaba a mirar incrédulo al vacío mientras abría la puerta de acceso a la biblioteca.

– ¡Esto es el fin de la cultura! tronó ante los atónitos hermanos que estaban trabajando en la copia de sus manuscritos… Ya no podremos competir con la imprenta y se acabará la literatura de calidad y todo el trabajo que hemos hecho para preservar el saber habrá caído en saco roto, ¿quién pagará por nuestros manuscritos si es más caro y mucho menos actual?

Como todos sabemos esta escena no fue real de ninguna manera, y , es más, la cultura sufrió un despegue inimaginable desde que se empezaron a utilizar las prensas de tipos móviles (la verdadera invención de Gutenberg). Se cambió un proceso de muchos años, donde cada copia tenía un valor inmenso a otro donde el trabajo principal era generar las planchas y la composición, pero que luego permitía copias con un valor infinitamente menor que un manuscrito.

European_Output_of_Books_500–1800

Producción Europea de libros hasta el siglo XVIII: Imagen procedente de wikipedia

Como vemos el cambio de tecnología mejoró la difusión de la cultura y, simplemente, desplazó la «industria» de generar manuscritos a otra con una escala de costes y valores totalmente distinta. Cada vez que se da un cambio de este tipo ocurre lo mismo, la industria desplazada cree tener derechos para permanecer en posesión de la exclusividad y, primero desprecia, luego boicotea y, finalmente, termina cediendo ante la evidencia de que la nueva tecnología ofrece más beneficios que la vieja y que hay que adaptarse o retirarse.

Todo esto viene al hilo de las declaraciones que las caducas industrias del libro impreso están haciendo estos días, clamando contra el libro digital y la piratería (como si una cosa implicase la otra) y dando cifras inventadas y ridículas. Por ejemplo en estos dos artículos Yo leo, tu descargas, el piratea, El sector del libro dejó de ganar 350 millones por la piratería que han sido ya contestados en varios sitios, pero que destaco Piratería, libros, correveidiles e irresponsables. En todas estas declaraciones se puede ver claramente que están en la fase de negación, donde se creen que internet y los hábitos de los lectores pueden todavía cambiarse solo con que se apruebe una ley o se haga una campaña de concienciación… Todavía no se han dado cuenta de que hay un cambio tecnológico tan importante que, igual, lo que tienen que hacer es apartarse y dejar que otros tomen el testigo de la producción cultural (si es que a ellos no les sale a cuenta)…

¿Alguien se imagina al prior del convento que hemos comentado yendo al Rey a quejarse intentando prohibir el uso de la imprenta o, al menos, exigiendo un canon desorbitado a los compradores de libros impresos? ¿Qué hubiese pasado si esa ley se hubiese puesto en marcha? ¿Donde estaría la cultura y los actuales herederos de los impresores que son, al final, los que se están quejando ahora?… Ahí lo dejo.

¿Un ebook es un producto?

EbookLogoSiempre me han recomendado que si titulas un artículo con una pregunta y la respuesta a esta pregunta es negativa, mejor no escribir el artículo. Sin embargo, dado que esta entrada es una explicación larga a una afirmación que hice hace un tiempo, tendréis que aguantaros y sabed que la respuesta a la pregunta ¿Un ebook es un producto? es NO. Ahora os explico porqué. Y lo voy hacer con una enumeración de estas tan de moda:

1. No es un producto porque no puede ser apropiable. Es decir, no es posible «quitar» un ebook a alguien para darselo a otra persona. Simplemente se copia y es «el mismo»

2. No es un producto porque no es escaso… Es decir, hay stock infinito. Una vez que se dispone de la obra y se le da formato, se pueden vender o regalar tantos ejemplares como se quiera. Calcular los costes de producción de un ebook es fijo, no depende del número de ejemplares vendidos.

3. No es un producto porque no se degrada, no se avería, ni se puede considerar  «de segunda mano». Los bytes copiados son exactamente iguales que los originales.

Si estas razones no son suficientes, tengo más… Pero la conclusión inevitable es que, obviamente, hay que tratar la venta de ebooks como una manera de retribución por los servicios de haber generado ese contenido, formatearlo y ponerlo a disposición del público, pero no como un producto.