Ya os he hablado otras veces de lo complicado que es emprender, es algo que no todo el mundo está preparado para hacer y que muy pocos se atreven a afrontar en serio. Hoy os traigo un ejemplo muy cercano, una tienda de productos de cosmética natural que se está currando mi hermana… Aprovecho que tengo blog y os la presento aquí:
Todavía no está abierta, pero ya está casi casi, un sitio donde encontrarás jabón artesanal, jabón natural o jabón eco responsable. Los inicios siempre son muy duros, más en estos tiempos de pandemia y mucho más en la selva del comercio electrónico.
Mucha suerte a mi hermana y a todos los emprendedores que quieran jugársela día a día y, recordad, si queréis jabones artesanales no dejéis de visitar padiy, que incluso podéis encontrar en facebook.
Hoy (ayer para cuando salga este post) cumplo 50 años, no es que quiera que me felicitéis ni nada, la verdad a mi los cumpleaños solo me sirven para medir el tiempo… Y resulta que llevo medio siglo ya en este mundo. Si miramos un poco atrás, a finales del siglo XIX la esperanza media de vida era de 48 años y menos si nos echamos un poco más para atrás. Así que si yo fuese un habitante de la tierra de hace doscientos años estaría ya al final de mi vida útil.
Esto da que pensar, aunque considero que todavía me quedan muchísimas cosas que hacer y mucho que aportar todavía, quizá este pequeño hito (y el hecho de que Google se haya caído a nivel mundial) me sirvan para recordar un poco cómo han cambiado las cosas desde hace medio siglo hasta ahora. De hecho, simplemente viendo cómo han cambiado mis hábitos ya se puede uno hacer una idea de lo mucho que ha cambiado nuestro entorno en unas pocas décadas.
Lo más importante, para mi, es el hecho de contar con internet. Si, cuando yo estudiaba no había internet, de hecho yo fui uno de los pioneros en tener correo electrónico ya en 1988 (estaba en un grupo de investigación de la facultad) y pasé gran parte de mis estudios en la facultad de informática asistiendo al despliegue cada vez mayor de la red de redes. Hasta la llegada de la web (no confundir con internet, que se tardaron unos añitos en inventar el http, html y los navegadores) cuando querías estar informado de algo tenías que recurrir a la biblioteca (si, con sus fichitas en cartulina y eso), a los documentales de la tele (si, alguno se veía entonces también) o a las revistas especializadas. Tengo que decir que yo no era un gran fan de la biblioteca y sin embargo devoraba las revistas de informática (y hasta conseguí ser el editor de la revista del club de informática de mi facultad.
El problema con internet ha sido que la información que se encuentra se ha vuelto demasiado abundante y muy poco contrastada. Las fake news y el dar pábulo a cualquier cantamañanas ha convertido la mayor y mejor tecnología que el ser humano haya desarrollado hasta el momento en un arma de destrucción masiva. Una pena.
Otra cosa que ha cambiado, y mucho, mis hábitos y los de todo el mundo es la llegada del teléfono móvil. Tuve que esperar a 1996 para tener mi primer teléfono móvil y eso me cambió la vida. Nunca más quedarse tirado en la carretera sin poder avisar a nadie, nunca más no saber dónde esta alguien a quien esperas, etc… Todo ventajas, eso si, el precio de la época no era de lo mejor que te podías encontrar y el GPRS que era lo mejor que podías conseguir en datos tampoco es que fuese demasiado útil para transferir datos, pero nada que un SMS no pudiese arreglar. Después ya vinieron los smartphones, el 3G, el 4G y ahora el 5G… Y todo el mundo con su móvil en el bolsillo enganchado a internet.
Los ordenadores, que me deslumbraron desde que mi padre se compró su primer VIC-20, que él usaba para jugar al ajedrez y que yo programaba con sus 3KB de memoria, se han convertido actualmente en una commodity. No hay evolución real en su arquitectura sino que seguimos la ley de moore, frenada por la avaricia empresarial o la oportunidad comercial. He tenido un commodore VIC20, un amstrad cpc 64, un PC compatible con un NECV20 y todos los siguientes procesadores intel y amd (incluso cyrix), pero al final ya todo se resume en una arquitectura fija donde cambia lo comprimidos que están los elementos y el coste de lo que queramos gastarnos. El formato: portatil, sobremesa, da igual, quien no tiene hoy en día un ordenador se queda sin poder hacer muchas cosas… Pero todo cambiará con la computación cuántica, ¿o no?
En estos años he vivido momentos históricos: la llegada de la democracia, la caída del muro de Berlín, crisis importantes: la burbuja .com, las subprime y ahora la covid-19 (entre otras), donde parece que siempre se avanza para encontrarse un obstáculo mayor. No me puedo quejar de cómo he superado estas crisis, pero lo que si me han ayudado es a averiguar un poco mejor quienes son buenas personas y quienes simplemente están por el interés… Aunque últimamente casi empiezo a pensar que merecemos la extinción como especie por nuestra cerrazón.
He sido aficionado a pocas cosas, una de ellas – la fotografía – ha cambiado demasiado para mi gusto. Estuve muchos años con una cámara reflex completamente manual (una Zenit 12) con un objetivo de 45mm aprovechando cada foto (revelarlas era caro de narices), cuando tuve un poco de dinero me compré una DSLR Nikon D15 que me dió muchísimas satisfacciones hasta que me cargué la película reflectante del visor intentando limpiarla; pero con el advenimiento de las cámaras mejores y el almacenamiento casi ilimitado de fotografías digitales ya no me merece la pena sacar la D90 por la que la sustituí y me tengo que conformar con hacer los miles de fotos que todo el mundo saca con su móvil en la mano. Ahora parece que solo usan cámaras «profesionales» los youtubers o instragrammers que, aunque no tienen ni idea de hacer fotografía, a base de captar adeptos han conseguido un material que saca las mejores imágenes por ellos.
En fin, no sabemos lo que nos deparará el futuro y solo nos queda aferrarnos a las cosas que nos ofrecen algo, un sentimiento, una evocación, una posibilidad de desarrollo y no soltarla hasta que encontremos otra que lo supere… Así que, ¡vamos a por el otro medio siglo!
El avance imparable de la informática en todas las áreas nos ha creado nuevos problemas a los desarrolladores, no ya el hecho de tener que conocer nuevas herramientas cada mes, o nuevos frameworks de desarrollo que tardas más tiempo en aprender que el que te ahorras, sino la pérdida completa del control de lo que tus usuarios pueden instalarse, dónde y cómo. Os pondré un ejemplo.
NoMorePass es una aplicación móvil de la que os llevo hablando bastante y que desarrollamos nosotros; a nivel básico consiste en la app y un conjunto de extensiones para los navegadores que nos permiten intercambiar las contraseñas mediante un código QR. La app ahora mismo tiene su máxima utilidad cuando se usa desde la extensión. Desarrollar una extensión para navegador no es especialmente complicado, como ya os expliqué en esta entrada, probarlas tampoco es difícil con el modo desarrollador de los navegadores, pero una vez que la tenemos lista tenemos que pasar por un infierno inesperado… Ponerla a disposición del público.
Antes se podía distribuir un archivo empaquetado que al abrirse permitía instalar la extensión, pero esa forma de distribuir extensiones se volvió peligrosa (a pesar de que los navegadores preguntaban muchas veces si de verdad querías instalar eso) y Google decidió que para chrome solo se podían instalar extensiones que pasasen por su tienda de aplicaciones el chome web store. Firefox, por su parte, no lo hace obligatorio por el momento, pero la mejor manera de que una extensión se conozca es tenerla en la página de add-ons de firefox. Lo mismo pasa con Opera (aunque esta es otra odiséa que ya os contaré) y, hasta el momento, con Edge.
No tengo nada en contra de las tiendas de aplicaciones mientras estas funcionen de manera ágil y razonable. A efectos prácticos se convierten en cuellos de botella que pueden afectar en gran medida a la forma en la que se produce la distribución de los productos. Como ejemplo valga lo que me ha pasado en las últimas semanas con la extensión de chrome.
El día 19 de noviembre terminé de desarrollar una mejora a la extensión que había en la tienda, pasaba de la versión 2.1.1 a la 3.0.0 y tras probarla en local y funcionando perfectamente intenté subirla al web store… Se quejó que de que pedía demasiados permisos (cosa que no hizo con la versión anterior) y modifiqué la extensión para que funcionase sin necesidad de pedirlos, generé una nueva versión y la subí a toda prisa… Tanta prisa que se me coló un bug que impedía que funcionase el botón derecho (una funcionalidad que se usa mucho cuando la web no está reconocida o queremos rellenar un formulario con una contraseña que tenemos)… Me di cuenta de ello minutos después de haber «publicado» la versión y cuando intenté subir la versión corregida veo que NO ME DEJA... Dice que la extensión está pendiente de revisión y no se puede enviar otra versión. WTF!!!
No había mucho problema, la versión anterior funcionaba perfectamente y las nuevas funcionalidades podían esperar… Así que esperé ¡¡5 DIAS!! a que Google pasara a producción la versión con el bug un sábado por la mañana… Inmediatamente subí la nueva versión (que solo tiene 2 líneas de código distintas con la versión anterior) esperando que se aprobase inmediatamente y que los clientes no tuviesen que sufrir el bug… Pero no, volvieron a poner en revisión la nueva versión y en esas estamos, llevamos ya 4 días con la versión defectuosa de la extensión y con clientes que ya se han quejado… Y no podemos hacer nada, Google nos ha jodido y no nos da ninguna pista de cuando se publicará de verdad la nueva versión.
No hay nada que podamos decir a los clientes, no hay forma de volver a una versión antigua si tenías la auto-actualización de las extensiones (google no guarda las versiones viejas) y no hay forma de acelerar el proceso de publicación. Tampoco hay forma de hablar con Google (he mandado múltiples formularios de contacto con un sonoro silencio por respuesta), tampoco puedo dar un método alternativo para instalar la extensión porque Google obliga a usar su tienda si-o-si, así que no queda más que esperar a que se publique finalmente la nueva versión y disculparnos ante los clientes y asumamos las pérdidas que esto nos pueda ocasionar como algo inevitable… Muy mal google.
ACTUALIZACIÓN 1:28/11/2019 Google ha leído este post y ha decidido ir un paso más adelante, nos ha RECHAZADO la extensión por pedir más permisos de los que necesitamos (cuando la anterior versión pedía exactamente los mismos)…
Nada, nueva versión pidiendo menos permisos (v3.0.2) y a esperar otros cuatro días (con suerte)…
No suelo escribir aquí sobre estas cosas, pero hacía tiempo que no sacábamos ninguna novedad en nuestro gestor de contraseñas y como ahora mismo tenemos la versión 1.16.6 recién salida del horno en ambas tiendas (es raro que podamos lanzar a la vez en Android e iOs) pues os hago un reumen de lo que podéis encontrar nuevo (y mejorado).
Por fin la Wifi
Desde hace mucho tiempo nomorepass nos permite escanear los códigos QR con los que se comparten las credenciales de la WiFi, usar esas contraseñas era otra historia, o bien lo hacíamos con el sistema autofill de android, del que ya hablamos aquí, o bien copiabamos y pegábamos la contraseña en el diálogo de cambiar Wifi… Bien, esto ha cambiado y ahora ya podrás usar la contraseña de la wifi directamente desde la app.
Aquí te cuento como:
Como ves, nada más sencillo ahora que ya está integrado. En iOS funciona exactamente igual salvo que nos pedirá consentimiento antes y tarda un poco más en hacer efectivo el cambio.
Recuperar el backup que quieras
Tener tus contraseñas solo en el móvil es algo que requiere tener muy bien organizadas las copias de seguridad para que, en caso de percance, se puedan recuperar todas las contraseñas. Hasta ahora se almacenaban todas las copias asociadas al dispositivo que hacía las copias, de manera que no se podía recuperar una copia de seguridad de otro dispositivo en uno que ya había hecho alguna copia (me estoy refiriendo a copias en la nube, claro). Esto ha cambiado en esta versión como se cuenta en el mismo sitio web.
Ahora, cuando se solicita restaurar una copia de seguridad en la nube se nos ofrece la opción de elegir qué copia de seguridad queremos recuperar (y se marca con una barrita en la izquierda cual es la última copia que se hizo desde el dispositivo):
Además de la fecha se indica el «peso» que tiene el archivo, así evitaremos recuperar copias de seguridad de otros dispositivos con menos contraseñas…
Y eso es todo, espero que disfrutéis de esta nueva versión y, ya sabéis, cualquier problema se lo podéis consultar a [email protected].
Llevo ya 15 años siendo empresario, siempre de una pequeña empresa (apenas he tenido más de 6 empleados a la vez) y he pasado ya por muchas situaciones muy diversas (muchas las podéis encontrar en este blog), pero siempre, siempre, he sido escrupulosamente respetuoso con la normativa fiscal. No he hecho (tampoco es que haya podido) ingeniería fiscal y no he tenido asesores lo suficientemente despiertos para optimizar lo que me dejaba en impuestos.
Pero no me he quejado, soy consciente de que las empresas han de ser las que más aporten al estado, que son entes sin más finalidad que la de generar beneficios y que, al final, esos beneficios han de revertir en la sociedad a la que pertenece. Creo que gran parte de los males que estamos viviendo estos años viene por el fomento de la codicia a la que la acumulación de dinero, infinita y sin restricciones, en las empresas modernas. Mucho rollo de resposabilidad social corporativa, conciliación y miliongas varias, pero las multinacionales y sus dueños tienen un único objetivo: acumular más y más dinero.
Dicho esto (soy consciente de que tengo que pagar impuestos como empresa) y habiendo tenido un buen ejercicio el año pasado, no tuve problema en pagar la tercera parte de esos beneficios a hacienda. Y aquí empieza la pesadilla.
Este ejercicio no está siendo tan bueno como el anterior, ni los clientes tienen tantos proyectos, ni yo tengo el mismo personal y he reducido la capacidad productiva en consonancia, por lo que tengo más gastos y menos ingresos. Pero me encuentro con que a hacienda eso le importa menos que nada, porque en el último gobierno de Rajoy se instauró la retención a cuenta del impuesto de sociedades. Algo similar a lo que se hace con los trabajadores y el IRPF, se retiene «a cuenta» un porcentaje de lo que se ingresa como adelanto de lo que habría que pagar posteriormente. ¿Cual es el problema con las empresas? Que no hay importe de beneficios sobre el que calcular esta retención y, en nuestro caso, se hace sobre los beneficios del año pasado… ¡Lo que es una locura! las empresas, por naturaleza, no tienen una fluctuación muy importante de ingresos y gastos.
El caso es que tras hacer la declaración del impuesto de sociedades del año pasado me tocaba pagar ya cada trimestre esta retención y, obviamente, era mucho más dinero del que correspondería a tenor de los resultados del año en curso… Así que, ni corto ni perezoso, intento que me fraccionen la «deuda» para poder pagarla sin tener que andar pidiendo financiación externa (que los bancos siguen a la suya), cosa que suele ser habitual en otras deudas tributarias… Aquí os dejo la respuesta:
En resumen, que quieren mi dinero y lo quieren ya… Si eso el año que viene, a mediados, cuando haga la declaración del impuesto de sociedades y salga a devolver, ellos, meses después se dignarán devolverme mi dinero (probablemente usando el que yo mismo les esté adelantando)… Y mientras, la empresa sin recursos y sin poder contratar más gente porque «hay que asegurar la regularidad en la entrada de fondos en la hacienda pública»…
A este paso me vuelvo liberal (Dios no lo quiera)!!!
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