Acerca de Jose Antonio

Yo soy el que manda aqui... ¿Que pasa?

El empoderamiento de los lectores

obreroEn un mundo como el nuestro, donde todo se sabe y donde es más sencillo que nunca moverse de profesión (o irte al paro directamente), donde se promueve el emprendimiento y donde la información está al alcance de todo el mundo todavía hay algunos que piensan que se vivía mejor en tiempos de los gremios medievales.

En esos tiempos (seguro que no tan felices), el conocimiento sobre cómo hacer algo pertenecía a un pequeño grupo, no tanto por deseo, sino por las circunstancias, y los maestros pasaban ese conocimiento a los oficiales y aprendices y sólo había los aprendices necesarios para cubrir las necesidades concretas del área de influencia del maestro. Era un esquema sostenible en el tiempo, cerrado completamente al exterior y muy, muy gregario. Para un gremio el control del producto era parte importante de su poder. Los estándares de calidad y el precio eran decididos solo entre los miembros del gremio. Los gremios consiguieron equilibrar la oferta y la demanda a través de la anulación de la competencia. En realidad su único objetivo era asegurar el bienestar y continuidad del gremio y no pensaban nunca en los «clientes» ya que estos estaban cautivos y no tenían otro sitio donde satisfacer sus necesidades.

Y evoco ahora mismo a los gremios medievales, sabiendo éstos fueron abolidos y sustituidos por el libre mercado, donde el bienestar del productor se supedita a la de los clientes y la sostenibilidad se cambió por el crecimiento. Todos salimos ganando un poco con esta abolición, los productos se abarataron y la competencia inició una espiral de avance tecnológico que nos ha traído hasta la actualidad (con todas sus necesidades de regulación y control inherentes) donde los clientes son los que determinan qué quieren, cuando lo quieren y qué precio están dispuestos a pagar. Pero parece que no todos los campos se libraron del gregarismo.

Revisando conversaciones de diferentes «Editores» digitales se ve que su mayor queja consiste en que «no se valora la calidad» y que los lectores están adquiriendo demasiado poder para decidir qué se publica y cómo. De hecho, como guardianes de la pureza editorial se preguntan, ¿Qué lector queremos para nuestros ebooks? o afirman «El empoderamiento del lector… echaos a temblar». De sus conversaciones de extrae que el mayor problema para hacer una edición buena y de calidad es… ¡¡El lector!!.. Pues andamos bien, si el único que mete dinero de verdad en esta industria (el resto solo se reparte ese dinero, mejor o peor) es el principal problema de la edición digital ya podemos ir echando el cierre. Si lo que es de calidad o no viene determinado por el tipo de letra y las herramientas utilizadas para generar el ebook más que por el contenido y por lo adaptado a los gustos y capacidades del mercado creo que hay una parte del análisis que no ha sido hecha adecuadamente.

Igual es que se necesitan nuevos editores o procesos editoriales más adaptados a los clientes finales que a los atavismos de otros tiempos y a la (justificable) búsqueda del preciosismo de los profesionales actuales. ¿Nos montamos un gremio?

Ver para creer…

Hoy voy a ser críptico, casi misterioso… Una forma rara de volver a escribir en el blog. Pero de siempre mi blog me ha servido para desahogarme de todas esas pequeñas cosas que van dinamitando tu día a día y que, peor todavía, cercenan la pequeña esperanza que me quedaba de que el ser humano tuviese sentido común… El caso es que no puedo (todavía) decir cual es el objeto de mis desvelos, por lo que simplemente me limitaré a quejarme en genérico… Igual alguno se siente identificado.

Políticos: ¿para qué?

En mi vida he necesitado muy poco tener contacto con políticos, además, generalmente era para temas que nada tenían que ver con la política y si con la gestión de lo público. En fin, que otra vez me ha tocado lidiar con uno… Con el resultado esperado. No voy a decir quien es ni de que color son sus siglas (en el fondo da igual). Pongámonos en situación:

Necesito algo, que debería estar disponible en mi ciudad, y decido pedir ayuda al representante de la ciudadanía (sic.) que está al cargo… Primero, no hay forma de localizar a dicho representante. Lo intento por twitter, que tan buen resultado me ha dado con las compañías telefónicas y, ¡bingo! aparece para decir que no hay problema, que faltaría más, que ya está hecho.. Me pasa un número de teléfono y un mail… ¿solucionado? Nada, peor que al principio. El teléfono no lo cogen nunca, los correos no los responden y en twitter ya no nos hacen caso… ¿Cambio de parecer? ¿treta? No lo se, pero digno cabezón el mío, decido seguir hasta el final, acoso a su secretaria, molesto a su jefe y, al fin, tres semanas después nos conceden audiencia… Con otra persona que no tiene nada que ver, que hace la deferencia de atendernos sin tener nada que ver y que después de mucho mirarlo decide derivarnos a otra persona que, al intentar hablar con ella dice que no sabe nada del tema… ¿incompetencia? ¿maldad? No lo se, pero haciendo el trámite por mi cuenta y sabiendo que voy a pagar en dos días ya tengo el tema solucionado… Políticos, ¿para qué?

Nunca confíes en los intelectuales

Si, reconozco que me he pasado, la frase anterior no es del todo cierta, pero se ajusta un poco al siguiente evento que me ha tocado las narices (y para ser lunes todavía la tengo a prueba de todo).. Por resumir, si alguna vez quieres ayudar a un intelectual, intenta que sea postrándote de rodillas, ofreciéndole el dinero sin condiciones y avergonzándote de hacerlo. Ellos serán muy dignos en cogerlo con una mano y escupirte mientras repiten «esto es muy comercial, no quiero mezclarme con nada similar». Da igual que lo hagas sabiendo que ambos ganan con la transacción, la mujer del cesar no solo debe parecer casta sino que debe ser castradora para todos los que no sean el cesar (joder, se me ha pegado lo de intelectual)… Pero bueno, buenas palabras, quedamos como amigos y no se te ocurra acercarte de nuevo diciendo que has puesto pasta… Si dices que es amor verdadero nos acostamos sin pensarlo, pero si propagas por ahí que tu pagas la cama no te quiero ver ni en pintura… Menos mal que el mundo está lleno de gente que sabe que las cosas cuestan dinero y que el agradecimiento no significa «venderse» barato aunque se crea uno que es la «elite» de esto.

Y sabéis lo bueno de este post… Que como solo hablo mal de gente (y mi yo bueno no soporta que alguien hable mal de nadie) intentaré enterrarlo en el «fondo de armario» escribiendo muchos más post (y así conseguiré volver a escribir un poco más a menudo). No hay mal que por bien no venga…

¿Imprimes…?

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Encuentra las diferencias…

Vamos a hacer un esfuerzo de imaginación entre todos… ¿Alguien puede encontrar las diferencias entre las imágenes que pongo en la galería de abajo (pinchar para ver cada una en grande)?

No miréis mucho más, la única diferencia es que el logo de BiblioEteca ha desaparecido en una de ellas (y la resolución que ha bajado, pero eso es secundario). Y, ¿a santo de qué este ejercicio de observación? Pues a que la viñeta original la publicamos en Enero en el blog de biblioeteca:

Y la segunda me la he encontrado hoy navegando por facebook en una conocida red de lectores (o eso dicen ellos). El caso es que no han tenido ninguna vergüenza en eliminar el logo de una empresa que puede ser su competencia y poner la foto en su muro:

Yo, ya cambiaría el título de su foto y lo cambiaría por «Los ladrones de viñetas»… Ya les he avisado de que está mal lo que hacen (solo pedimos que mencionen el origen), a ver qué nos responden (es difícil presumir que sea un error, pero excusas más chungas hemos oído).

ACTUALIZACIÓN 5/03/2014
Al final parece que han reconocido el error (ellos lo llaman error) en Facebook y han borrado el post original y han subido ya la viñeta original.

Ver aclaración.

Luego de hacérselo notar en twitter me responden esto:

Aunque se lo tengo que aclarar, claro…

Y dan por zanjado el tema…

Pues eso, si ellos ya lo dan por zanjado no hay más que hablar…

El libro impreso ha muerto, ¡viva el libro!

metro_leyendo_smNo soy muy dado a contestar directamente escritos de otros, cada cual tiene su opinión y nunca está de más conocerla. Además, es muy buena la existencia de opiniones divergentes para entender que nuestro mundo es muy amplio y nuestra visión, generalmente, muy estrecha.

Pero un día es un día, y hoy me he decidido a contestar al excelente artículo que acabo de leer (nunca mejor dicho) en la revista leer, titulado: ¡Larga vida al libro impreso! y que está firmado por Jaume Balmes, un tipo al que sigo en twitter desde hace tiempo y que vi en directo en el congreso del libro digital.

Mi primera interpretación (y solo mía, como bien me ha hecho notar su autor) al leer este artículo es que el libro digital es una moda pasajera y que no tiene ninguna forma de triunfar, entendiendo como tal en convertirse en la manera primigenia de hacer llegar a los lectores sus lecturas. Es anecdótico que ilustre el artículo con un conjunto de personas que, de 5 leyendo, solo una lo hace en papel y, aún así, sirva de apoyo a su razonamiento. Con todo el respeto del mundo, dejo aquí mis comentarios y una foto de mi cosecha, sacada igual de una estación de metro. Espero me perdonéis si mi prosa no es de la misma calidad.

Jaume nos indica que los libros electrónicos aparecen como setas después de las campañas de «regalos» y vuelven a desaparecer según nos alejamos de esas fechas y que los usuarios «decepcionados» vuelven al papel rápidamente. Lamento decírtelo yo, pero eso es simplemente falso. Las decepciones existen y la estacionalidad de los regalos también. Los que reciben una tablet birriosa e intentan leer novela con ella terminan escaldados, pero los que reciben un ereader con tinta electrónica solo vuelven al papel por la fuerza. Las estadísticas en EEUU así lo indican y el hecho de que los usuarios cada vez sean más multi-dispositivo les convierten en consumidores ma? exigentes que nunca volverían a tecnologías anteriores solo por un dispositivo que les salió rana. Ya empezamos con el mar de lágrimas.

Sobre los costesprecios, Jaume, por mucho que os quejéis los profesionales, con razón,  de que las editoriales no os pagan lo que vale vuestro trabajo, eso no hace menos cierto que la cadena de producción de los libros digitales es distinta y más corta que la del libro en papel. Que no solo te ahorras el papel, la impresión, la encuadernación, el transporte, el almacenaje y la destrucción (por no decir la cadena de comisiones intermedias), sino que, además, no existe un coste por unidad. Estás cometiendo el error que han cometido todas las editoriales, usar la misma calculadora para una cosa que para otra. En cualquier caso, asumimos que hay un coste de edición y que, por el momento, no hay un circuito tan probado de distribución que permita estimar el retorno, pero eso no implica que tengamos que decir que el precio de un ebook ha de ser un 30% más barato que el de papel (como dicen los editores), por el simple hecho de que no son lo mismo ni nunca lo serán. A nadie se le ocurre calcular el precio del KW/h de la misma manera que calcula el precio de las pilas… ¿no? Es más, la música tiene unos gastos de grabación y edición infinitamente mayor que los del libro… y nadie cuestiona que una descarga ha de ser más barata que un CD.

La comodidad… Para gustos los colores, pero la experiencia de mi «laboratorio» de empleados, familiares y amigos me indica que las preferencias por el papel nunca tienen que ver con la incomodidad de leer en un buen ereader, sino con la mala elección del dispositivo, igual que unos malos cascos/altavoces te pueden estropear la mejor canción o una mala televisión hacer que la experiencia del full-hd se vaya al carajo. Efectivamente, en tipografía y otras ciencias del papel todavía hay mucho que trabajar, pero si te fijas, los libros de bolsillo no son más fáciles de leer que un libro electrónico en un kindle paperwire (por poner un ejemplo). De los márgenes no voy a hablar, porque a mi no me molestan si son más grandes o más pequeños siempre que tenga una forma correcta de sujetar el libro y, por lo que observo en el metro, la gente ya va pillando el truquillo de la funda como asistente..

El precio… El libro electrónico tiene muchas ventajas y decir que como el aparato lector tiene un precio y la gente casi no lee no existe la ventaja del precio es como decir que si con zapatillas ya nos apañamos para qué vamos a ir en metro o comprarnos una bicicleta (el coste de la bicicleta no lo amortizas si haces menos de XX kilómetros). Solo hay que comprender que son cosas distintas. Nadie compra un dispositivo pensando en el coste de amortización ¿sabes cuantas llamadas tendrías que hacer para amortizar el coste de tu teléfono móvil comparado con llamar desde un fijo? Pues eso. Sigo creyendo que a la gente le gusta leer, cómodamente, en cualquier sitio, sin llevar peso de más y pudiendo comprar el libro en cualquier momento y sin esperar a que se lo traigan del distribuidor. Eso en papel, simplemente, no se puede hacer y a lo mejor la gente sabe por lo que paga. ¿Cuanto cuesta la tele en la que ves el fútbol por el que pagas todos los meses? ¿Cuanto has pagado por el reproductor donde escuchas la música que seguro que has comprado legalmente?

Así que el libro puede, igual que la música y el cine empaquetarse de una manera igual o más de barata y fácil. Eso deja al libro en papel con el «papelón» (valga la redundancia) de tener que buscar su nicho (que lo tiene) y de aprender a convivir con el digital. ¡El libro impreso ha muerto!¡viva el libro!

Parte de las afirmaciones que aporto en este artículo salen del Primer Estudio sobre hábitos de lectura digital que podéis leer sin compromiso.

Soy José Antonio Espinosa, empresario desde hace 10 años, fundador de la red social biblioeteca.com y «proximamente» otros proyectos editoriales… Seguid atentos.